La Dimensión Concéntrica

¡¡Corre piensa rápido!!. ¡¡Se ocurrente!!. ¡Buah que guapa es!. No tengo ninguna opción. Tengo que parecer siempre ingenioso y gracioso. ¡¡Ufff silencio!!. ¿Y ahora qué?. ¡¡Se va a aburrir si permito silencios!! «. Esta situación se repetía una y otra vez en mis citas. Daba igual lo atractivas que me resultaran las mujeres con las que quedaba o el interés que mostraban por mi. Un dolor en el pecho acompañado del habitual reguero de pensamientos basados en la sensación de no ser suficiente, atacaban con fuerza mi autoestima. A todas estas sensaciones se sumaba un nudo en la garganta. De no ser por mi facilidad para comunicar, aquella angustiosa sensación, me hubiera hecho usar las palabras como un bebé que comienza a articular silabas. Y lo mas curioso, es que, a pesar de todas las contingencias que me solían acontecer, las veladas no terminaban mal del todo, pues mi creatividad y mi ingenio me ayudaban a ser capaz de sacar cualquier situación adelante. Aún así, mi cuerpo y mi mente se retorcían de tal manera en aquellas circunstancias, que era yo el que decidía no repetir con ninguna de las chicas que conocía, evitando así sentir mis emociones como una manada de cien caballos desbocados.

» Aquello que estas buscando, te está buscando a ti» Rumi.

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Para contrarrestar las dificultades, siempre me gustó fantasear. Una idea que se reiteraba mucho en mí disco duro era la de estar viviendo mi vida en varias dimensiones a la vez. Mi gusto por los cómics durante la adolescencia y lecturas tan complejas como el Doble de Garnier Mallet me lanzaban a ese tipo de elucubraciones o reflexiones, pues me encantaba sentirme un ser omnipotente. Yo no quería verlo, pero estas actitudes buscaban alejarme de las sensaciones incómodas que me generaba no tener control sobre las cosas que me pasaban. Mis relaciones de pareja eran mi mayor dolor de cabeza, pues seguían siendo un jeroglífico indescifrable en el que me sentía tan perdido como masai en Nueva York. Por ello, prefería montar castillos en el aire y fantasear con canciones, que afrontar la realidad. Así que cuando alguien me sugirió que experimentara con unas grabaciones llamadas » La Dimensión Concéntrica» no me lo pensé dos veces, pues creí sería la llave que abriría un mundo lleno de corazones voladores, pajaritos cantando, bonitas palabras y películas donde el chico y la chica acababan siempre juntos de una manera casi milagrosa. No podría estar más equivocado. Aquella herramienta me condujo literalmente a otro mundo, y fue paradójicamente una dimensión en la que no nací, la que me hizo crecer más como ser humano.

«Lo mejor de la vida no se planea, simplemente sucede».

Todo surgió de una manera bastante fortuita. Una mañana en un bus interurbano un ruido seco me sacó de mis elucubraciones mentales. Un hombre de mediana edad había caído bruscamente al suelo. Todo hacía parecer que podía ser un desmayo. Muy poca gente se acercó a socorrerle y ayudarle. Sólo una señora mayor le dio un poco de agua cuando recuperó la conciencia. Viendo la situación, tomé el relevo de la anciana sacándole del autobús, sentándole en un banco de la calle. A continuación llamé al SAMUR sin pensarlo demasiado. El hombre no parecía preocupado, ni mucho menos nervioso por lo que le acababa de pasar. Más bien todo lo contrario. En su rostro se dibujaba una sonrisa serena y unos ojos llenos de calma, como si acabara de despertarse de un sueño maravilloso. Yo le preguntaba una y otra vez. » ¿Está usted bien?» Y el me respondía siempre. » No me he encontrado mejor en mi vida». Llegaron los sanitarios. Guiado por una serena intuición decidí acompañar al hospital a aquel extraño » Perfecto Javi. No tienes más cosas que hacer en la vida que llevar a desconocidos a urgencias. «Pensé. » No te preocupes, no me van a encontrar nada. Estoy perfectamente». El señor parecía haberme leído el pensamiento. «Me encanta que vengas conmigo. No es casualidad que nos hayamos encontrado. Dios no juega a los dados con el universo» añadió con un toque de misterio. » Una gran frase de Einstein». Repuse. » ¿Pero que tiene que ver el en esta situación?» Interrogué. » Todo y nada mi amigo. Todo y nada. Cuando lleguemos al hospital márchate a casa. Este es mi teléfono» Dijo entregándome una tarjeta. «Llámame. Tenemos una conversación pendiente». Al llegar al gran edificio en el que tantas personas iban en busca de salud, seguí las indicaciones de aquel hombre. El conductor apagó las luces circulares y el grito sordo que emitía el vehículo cesó. Después bajé por una de las puertas y girándome a mi espalda me despedí de aquel tipo tan peculiar». ¿Hablamos vale?». Dijo con naturalidad. » Hablamos» respondí extrañado.

» El primer trago del vaso de la ciencia te convertirá en un ateo, pero en el fondo del cristal, Dios te está esperando.» Werner Karl Heisenberg.

Arturo Rodríguez. Matemático. Experto en Física Cuántica. Justo debajo de la identidad estaba el número al que procedí a llamar. Dejé pasar unos días antes de hacerlo. Una parte de mi sentía resistencias a comunicarme con aquel ser humano , pues en mi fuero interno, y sin saber porque, tenía la misma sensación que se tiene antes de lanzarse en paracaídas. Aún así, reuní todo el valor que tenía en mi interior y marqué. Desde el mismo momento que Arturo descolgó el teléfono, mi realidad comenzó a transformarse.

» ¿Quién me ha robado el mes de abril, como pudo sucederme a mi?». Joaquín Sabina

Día número 1. Un paquete lleno con cintas de cassette llegó a mi casa enviado por mi nuevo amigo y guía. Se trataban de unas treinta réplicas con ejercicios mentales, diseñadas parar escuchar en orden durante al menos treinta días. Aquel día comenzaba el mes de Abril, así que procedí a atender a la primera de las grabaciones, sin saber, que las siguientes jornadas se acabarían convirtiendo en las más importantes e inspiradora de toda mi existencia. Para poder escucharlas, me compré una radio de doble pletina en una tienda de segunda mano. La enchufé a lado del sofá de mi salón, y me tumbé a dejarme impregnar por la cinta número uno. Cuál fue mi sorpresa cuando al darle al play apenas se escuchaban sonidos. Era como si en la lejanía se sintiera un latido del corazón muy leve. Permanecí un rato tratando de identificar en qué consistían los ruidos difusos que de vez en cuando surgían, y sin darme cuenta, poco a poco me fui quedando dormido. Lo que que pareció un sueño rápido dio paso a un despertar extraño y sorprendente.

Estaba tumbado en la habitación de un piso pequeño, por cuya ventana había comenzado a entrar una luz blanca y tenue. Me acerqué a observar las vistas desde el cuarto en el que me encontraba, y enseguida contemplé un precioso cielo con tonos azules y rojos en el que se elevaba poco a poco el sol. Estaba amaneciendo, y aquel espectáculo me resultaba familiar por lo cotidiano del hecho en si, y por la forma que tenía el astro rey de proyectar sus rayos sobre las casas cercanas a mí vivienda. Enseguida fui consciente de que me encontraba en mi pueblo, en el edificio que se situaba en frente de la casa de mi hermano, mi cuñada y mis sobrinas. No sabía que hacía allí ni como había llegado, pero daba igual. Estaba dispuesto a descubrir todas las preguntas que me estaban asaltando en ese momento. En mi interior algo me decía que debía ser valiente y confiado. De repente mi móvil sonó. Toqué la pantalla y enseguida apareció la imagen de una mujer con una pequeña en brazos. ¿Quiénes serían? El sonido del celular no era debido al despertador sino a una llamada. En la pantalla ponía Carlos. ¿Podía ser que me estuviera llamando mi hermano?. » Enseguida descolgué. » Luis, en media hora paso a buscarte. Me ducho y te recojo con el coche.». Sólo supe decir un tímido «vale». De aquella breve conversación todo me resultó muy extraño. Primero por el sustantivo propio con el se refirió a mí, pues yo no me llamaba Luis, y después porque mi hermano no era una persona a la que le gustara conducir precisamente. Fui al baño. Me miré en el espejo y observé mi aspecto. El mismo de siempre. Mi nombre había cambiado, pero mi rostro y mi cuerpo seguían siendo los mismos. Mi alopecia y mi barba tan características, seguían siendo señas de identidad en mi físico. Me miré el trasero » el mismo culo pollo» sonreí. Me metí en la ducha. A continuación miré en el armario de mi habitación ropa para ponerme. Sólo había trajes. Así que elegí uno gris perla. Me quedaba como un guante. Acostumbrado a ir en chándal en mi trabajo de profesor de Educación Física, ponerme un traje suponía una novedad tremenda en mi. Sólo encontré una dificultad. La maldita corbata. Busqué un tutorial en el internet del móvil en el que había recibido la llamada. Me salió regular. El nudo era del tamaño de un sugus. A continuación baje a la calle, y a los pocos minutos un monovolumen blanco me pitó para que me subiera en él. Dentro me esperaba mi hermano con el mismo aspecto que tenía días antes cuando me lo encontré en mi realidad. » ¡¡Madre mía qué nudos te haces macho!!. ¡¡¿Cuando vas a aprender?!!». Comentó socarronamente. «Ya sabes cómo soy». Acerté a decir dubitativo. Como realmente no sabía que estaba pasando decidí mantenerme en silencio y dejar que Carlos hablara. Pronto supe, por lo que estaba contando que yo era al menos su compañero de trabajo, y por la manera en que el me hablaba de sus hijas, su mujer y sus padres deduje, que en aquel mundo yo no era de la familia. Ni siquiera hubo un » rata de dos patas o un sanguijuela, o un sabandija» a los que tan acostumbrado me tenía cuando se refería a mi. También fui consciente del inmenso cariño que me tenía, por lo que pude deducir, que éramos ante todos muy buenos amigos. Pronto llegamos a unas oficinas en la calle O´Donell. Tras dejar el coche en un parking subterráneo, tomamos el ascensor que nos llevó a las oficinas de una empresa llamada Truckerval. Se trataba de una compañía de camiones que transportaban a toda España los paquetes de una página de internet llamada «Esfere». El origen de dicha sociedad se remontaba a a los negocios del abuelo paterno, y con los años se fue modernizando. Las situaciones asombrosas no dejaron de ocurrir. Pues allí estaban trabajando en los despachos todos y cada uno de mis primos en mi vida real, lo que hacía que el ambiente fuera muy bueno y acogedor. Cuando llevaba cinco minutos allí, supe adivinar, que mi función dentro de la empresa era la de conserje. Pasé la jornada de mañana recibiendo llamadas y entregando cartas. Después comí con mis «compañeros de trabajo», y me di cuenta de que en aquella realidad, también tenía la misma afinidad con Jaime, el primo más cercano a mi edad. Además también se daba la circunstancia de que a mi «primo mayor» Pedro le picaban todos los demás por ser del Barca. Lo cierto es que aunque no pertenecía al clan » Rodríguez», me sentía muy integrado. La jornada de tarde pasó volando. Cuando me quise dar cuenta estábamos volviendo en el coche Carlos y yo. En el camino de regreso recibió una llamada. En la pantalla ponía Penélope. » ¿Qué pasa culo pollo ? ¿Cómo van las cosas por el cole?». » Al otro lado una voz de mujer contestó con un » mejor de lo que le van a los pelos en tu cabeza» mientras reía. Mi amigo añadió » El domingo es el cumple de Daniela. Ya sabes. Trae un regalo. ¡¡Estírate!!. ¡¡Vas a ser la más rica del cementerio!!.». » Ya se lo he comprado mentecato». » Ok. Pues nos vemos el domingo. Estoy llegando a Leganés ahora con Luis. ¡¡Luis saluda a mi hermana!!». ¡¿Su hermana?!. ‘¡¿En aquella realidad no existía un Javi, sino una mujer cuyo nombre era Penélope?!.» Hola cómo estás» acerté a decir sin salir de mi asombro. » ¡Hola Luisito, me alegro de oírte!. ¿Cómo estás? A ver si un día nos vemos». Me dijo con naturalidad y cariño. » Estoy bien Penélope. Podemos quedar cuando quieras». Respondí como si fuera una conversación normal. » Me alegra de oírte así.» añadió ella. Poco después se despidió de nosotros. Una vez llegamos al pueblo, me despedí de mi «compañero de trabajo» Carlos y subí a casa a descansar. Caí rendido por completo. Al instante desperté en el salón mi verdadera casa, como si todo hubiera ocurrido en un brevísimo lapso de tiempo. El ruido del camión de la basura me advertía de que cinco en minutos sonaría la alarma para irme al trabajo. Estaba lleno de preguntas y carente de respuestas, pero la rutina cotidiana hizo que mi mente se centrara en lo inmediato. El colegio, los niños, el desplazamiento en metro, todos esos ingredientes rutinarios alejaron mi atención del huracán de ideas que asaltaban en mi interior. Todo era muy extraño, sin embargo lo mas raro estaba por venir.

Día Número 6. Las primeras cinco noches fueron más o menos parecidas. Me despertaba en mi otra existencia e iba a trabajar con mi «amigo Carlos», a la empresa de su familia. No acababa de acostumbrarme a que mi hermano fuera mi mejor amigo en la vida a la que accedía cada noche. De manera intuitiva, comencé a escribir un diario al levantarme, dejando constancia de lo que estaba viviendo. Así, en el momento en el que el Luis (persona a la que estaba sustituyendo en aquella realidad )volviera a hacerse cargo de su vida, tendría una idea aproximada de lo que había ocurrido en el mes de Abril. No escribí diariamente solo cuando iban pasando cosas que podían ser muy significativas para la persona a la que estaba suplantando. El sexto día fue muy diferente al resto. La canción High de Lighthouse Family que anunciaba un nuevo despertar sonó a las diez de la mañana. No había duda, era fin de semana. Por la hora que era y porque Carlos no me llamó para pasarme a buscar con el coche, tenía que ser sábado seguro. Me levanté y me fui a dar un paseo por mi pueblo, en total tranquilidad. Me encontré con caras conocidas pero dedicándose a cosas diferentes. Así el dueño del kiosko donde compraba prensa deportiva, era el fisioterapeuta que atendía mis tensiones musculares, o el panadero era el farmacéutico a este lado de la realidad. Sin embargo, todas estas personas, mantenían el mismo carácter. Lo que no se había modificado había sido la distribución de los lugares. El Parque Natural de Butarque estaba en el mismo lugar y ocupaba la misma extensión, así como la Iglesia también se encontraba en el corazón de la ciudad, muy cercana a la Fuente de la Teja. Todo tenía el mismo orden. El decorado no había cambiado, si los papeles de los personajes. Después de un largo paseo por el casco urbano saludando con prudencia únicamente a la gente que me saludaban o me paraba para hablar, decidí acercarme al cementerio guiado por un impulso interior. Al entrar me dirigí hacia la izquierda buscando el lugar en el que estaban enterrados tanto mis abuelos como mi tío en la realidad que conocía , sin embargo decidí avanzar más, y orientar mis pasos a una explanada abierta que parecía una ampliación de terreno del campo santo. Allí delante de una tumba me paré, y sin saber porque comencé a rezar. En la inscripción había dos nombres: Rocío Sánchez Pérez y Isabel Ramírez Sánchez . Por la fecha de nacimiento de cada una de ellas deduje que eran madre e hija. ¿Qué era lo que me había llevado hasta allí?. » No fallas ningún sábado eh». A mi espalda apareció Carlos, acercándose hacía mi, poniendo una mano sobre mi hombro. » Todos las echamos mucho de menos. Por cosas como ésta, pienso que la vida es muy injusta». Yo solo acerté a afirmar con la cabeza, mientras mi mano derecha buscaba en el bolsillo de mi pantalón el móvil. De manera inconsciente toque la pantalla y apareció la foto que tenía de fondo. Ya lo comprendía, ¡¡¡la personas de la foto eran mi mujer y mi hija!!!. » Vamos te invito a tomar algo» dijo Carlos sacándome de mi ensimismamiento tras el nuevo descubrimiento. Nos dirigimos a un bar cercano a donde nos encontrábamos. Allí estuvimos charlando un buen tiempo sobre la vida y los giros que podía dar en pequeños segundos. Durante gran parte de la conversación me dediqué a escuchar para comprender mucho mejor «mi» situación. En palabras de Carlos yo me encontraba en un momento de recuperación muy prematuro. Después de tomar unos refrescos en el bar marché a mí casa a comer y echarme la siesta. Te esperamos esta tarde en el cumpleaños de Daniela. No faltes. » No faltaré». Respondí con convicción. Me apetecía mucho ver a «mis sobrinas» Daniela y Silvia, aunque fuera en una existencia que no era la mía. Antes de la fiesta investigué un poco sobre las nuevas revelaciones de aquella vida. Me metí en las redes sociales de mi móvil en buscas de respuestas. Descubrí que yo fui compañero de universidad de mi «amigo» Carlos. En aquella realidad había estudiado psicología, cosa que me hizo mucha gracia porque jamás me había planteado estudiar aquella carrera. Además descubrí que en el pasado tuve un puesto de gerente en una empresa automovilística muy importante. Luego a través de investigar conversaciones de wassap con Carlos, pude comprobar que estuve casado y tuve una hija, confirmando que eran la imagen del protector de pantalla de mi celular. Al parecer, un tremendo revés, me hizo perderlas un par de años atrás en un accidente de tráfico. El proceso de duelo tuvo que ser terrible, pues había meses enteros en los que no paraba de recibir párrafos por wassap de gente preocupándose por mi, a los que yo no contestaba absolutamente nada. Sin embargo todo se estabilizó y tras la insistencia de mi » amigo «, decidí irme a vivir cerca de él y aceptar la oferta de trabajo que me hizo. En realidad con su ofrecimiento me había salvado la vida. Un año llevaba viviendo cerca de la que era mi familia a este lado de la realidad y parecía que mi situación emocional se había estabilizado. Me eché la siesta, agotado después mi labor de investigador. Una vez me levanté me arreglé de manera informal y me acerqué a la casa de Carlos. Allí la experiencia que estaba viviendo adquiriría una nueva dimensión. Llamé al timbre «¡Luisitoooo has venido!, ¡que alegría tan grande!». Una mujer de mas o menos mi edad se abrazó a mi de una manera muy efusiva. Tenía una melena rubia rizada, era apenas unos centímetros mas baja que yo y se notaba que hacía deporte por su silueta atlética. Su rostro de ojos oscuros brillantes, era redondo con rasgos amables, pues sonreía con facilidad.» ¡¡Ya está la intensita de mi hermana dando la brasa!!». Carlos estaba detrás de ella riéndose. Poco después a unos metros de distancia se oyó como llegaban corriendo hasta donde yo estaba dos pequeñas a toda velocidad. «¡¡¡Luiiiiiis, este año si vienes a mi cumple!!!.» Eran Daniela y Silvia, que se abrazaron mostrando mucho cariño. Enseguida Penélope se puso a hablar conmigo de una manera muy natural y alegre. Trasmitía una energía muy bonita que me resultaba reconocible. Además era muy graciosa. No se separó de mi ni un momento en toda la fiesta de cumpleaños. » Me alegro mucho de que estés aquí. Creí que nunca saldrías de la oscuridad. No sabes las alegría que nos estás dando a toda la familia». Me confesó emocionada. Fue la perfecta anfitriona y en su cariño sentí una sensibilidad especial para con las personas que poseían una herida grande en su interior. Era normal que trabajara como profesora, pues en su carácter estaba consolar y acompañar a los más vulnerables. Por lo que ocurrió con » mi mujer» y » mi hija» yo era en ese momento una persona frágil y doliente, y eso era más que suficiente para tener su atención plena. Quienes también estuvieron especialmente cuidadosas conmigo fueron las niñas. Era como si me reconocieran más allá de dimensiones y de cuerpos. Tuve varias veces la sensación de que para ellas yo seguía siendo el tío Javi. De hecho hubo una situación que me hizo creer que me habían identificado. » A partir de ahora te voy a llamar el señor caca». Me dijo la pequeña durante un juego. Era la misma niña que en mi vida real me llamaba tío caca. Aquella fue una tarde inolvidable, que estuvo llena de momentos bonitos y agradables. Conocer a Penélope fue una enorme sorpresa que escondía un significado mayor del que creí percibir en un principio. Aquel día sin darme cuenta, comenzó a forjarse el mayor vínculo que jamás había generado con ninguna mujer. Aquel día empecé a encontrarme conmigo mismo, o mejor dicho, conmigo misma.

«Los encuentros son las imaginaciones del azar». Carl Jung.

Día 7. Me desperté para ir al trabajo con una sonrisa. Aquella fiesta de cumpleaños familiar y haber conocido a Penélope me había dejado un gran sabor de boca, además de  una sensación de afinidad importante.  En el colegio disfruté de lo lindo con los peques, pensando en cómo sería ella dando clase, ya que también era profesora. Algo me decía que incluso en ese sentido éramos muy similares. El día pasó rápido y le escribí un wasap a Arturo en el que le ponía. «No sabes lo agradecido que estoy a haberme encontrado contigo». Su respuesta fue el emoji de las gafas de sol con una sonrisa, acompañado de, » recuerda que es una experiencia de un mes. Disfrútala a tope. Cuando te quieras dar cuenta, se habrá acabado». Nada más llegar del colegio sin ni siquiera cenar me puse las cintas de casete en la radio que había comprado por Wallapop. En seguida quedé dormido y enseguida llegué a mi otra realidad. 

Era domingo, el día después del cumpleaños de Daniela (mi sobrina en mi vida real, la hija de mi mejor amigo en la dimensión donde llegaba cada noche). Me levanté de la cama con el sonido de la alarma de mi móvil, y poco a poco me fui desperezando. Me afeité , me duché y decidí hacer una visita en el campo santo a las dos mujeres de las que la vida había separado a Luis, la persona en la que me convertía una vez me iba a dormir. Después me fui a tomar un café a un bar de la plaza del pueblo. Una vez allí me puse a leer el periódico. Era divertido ver como el presidente del gobierno de aquella realidad era periodista del corazón en la mía. En cierto forma no me resultó sorprendente, pues la política siempre tuvo mucho salseo y malos rollos . Cuando estaba viendo en la sección de deportes como el Atlético de Madrid había llegado a su cuarta final de la Champions consecutiva ( había ganado las tres anteriores) mi teléfono vibró. Me llamaba Penélope. Entre sorprendido y contento, descolgué rápidamente. » ¿Luisito cómo estás ? ¿Qué te parece si quedamos a comer hoy en mi casa?. Sin hacerme demasiado de rogar dije que si. » Recuérdame dónde está tu casa». Interrogué » ¡¡ Que fuerte!!!. ¡¡No me puedo creer que no te acuerdes de donde está!!. ¿Te has dado un golpe en la cabeza o algo?. Calle el jardín 1. 3° B». Respondió divertida. No podía ser otra dirección que la del piso en que viví durante la infancia de mi verdadera vida. En poco menos de diez minutos me presenté en su casa. Abrió rápidamente y me hizo sentarme en el salón de la casa. Estaba adornado con objetos y cuadros de los lugares del mundo en los que Penélope había estado. Egipto, Grecia, Italia, India, había souvenirs de todos aquellos lugares » En poco tiempo termino y estoy contigo Luisito». Dijo. A los pocos segundos Penélope se presentó en el salón con el pelo recogido en una  coleta y una sudadera de Educación Física idéntica a la  que compré en su tiempo en la facultad en la que había estudiado en mi realidad. No se maquillaba, y le gustaba ir informal, lo que no era un obstáculo  para  ser una chica muy atractiva. Tenía una sonrisa preciosa y mucho ángel en su manera de manera de expresarse. Haciendo una mueca graciosa me dijo » ¡¡que cara de susto que tienes!!. ¡¡Como si no hubiera estado nunca aquí!!. » Más veces de las que tú te imaginas» acerté a responder socarronamente sabiendo que además no era mentira. Su gesto adaptó cierta seriedad » Es la primera vez que te veo a solas en siete años. Justo regresé a España cuando sucedió el accidente de Rocío e Isabel ,  y con tu proceso de duelo eras bastante inaccesible, cosa que comprendo. He rezado mucho por ti en este tiempo. Ya sabes. Yo y mis cosas místicas. Ahora que te tengo delante te noto cambiado y diferente. Ya sé que ha pasado mucho tiempo desde nuestra despedida en el aeropuerto…pero». Dejó de hablar y se sonrojó. » Perdona no debería haber sacado el tema». Como yo no sabía nada de lo que había pasado, respondí con un » no te preocupes, son cosas que pasan». » Solo quiero que sepas cómo te dije en los wasap que te envié durante tus días de dolor, que si necesitas cualquier cosa, aquí estoy». Agradecido respondí. «No tengo ninguna duda de ello». La verdad es que yo no tenía ni idea de lo que habría ocurrido entre ella y Luis (yo) en el pasado, pero si fui consciente de que su vínculo era antiguo y que de alguna forma, se debilitó por alguna situación. En cualquier caso yo estaba allí disfrutando de la compañía de una mujer maravillosa, siendo testigo de algo que nunca había vivido, y decidí ser cauteloso y permanecer atento.  La comida fue muy divertida. Penélope hizo un pollo tika massala exquisito, además hubo muchas risas y la sensación de estar muy cómodo me inundó en todo momento. Era la primera vez que estaba a solas tan tranquilo y relajado con una mujer. Me sentía  como en casa. Después de la comida ella insistió en que viéramos vídeos de años anteriores. Ver imágenes de mi pasado en otra vida que no había vivido fue de lo más curioso. Allí estaba yo con una frondosa melena sentado al lado de Carlos, mientras el rector de la universidad daba el discurso que precedería al Gaudeamus igitur para los licenciados en psicología. Posteriormente lo celebramos en la cafetería de la universidad donde salíamos bailando y saltando todo lo que queríamos y más. En un momento de la grabación, la cámara enfocó a Penélope que soltó un » ¡¡mi chico es psicólogo!!. Por fiiiinn!!». Al principio pensé que lo decía por Carlos, hasta que el video mostraba unas imágenes en las que se acercaba a mí para besarme en los labios. No había que ser especialmente listo para darse cuenta de que habíamos sido pareja. La grabación continuó hasta que tanto Carlos como yo hacíamos un speech conjunto un poco perjudicados. Me resultó una paradoja bastante cómica que un abstemio convencido como yo, viera imágenes de «su» pasado completamente borracho. En aquel discurso ambos hablamos de nuestros sueños y metas de manera atropellada. Por supuesto hubo un apartado que le dediqué a ella. » Este es un mensaje para mí niña deportista. Sin ti este título que tengo en la mano no hubiera sido posible. Te quiero infinito Penélope». Con estas palabras terminaba ese primer vídeo. Penélope se giró hacía mi y con una sonrisa muy tierna me dijo «fueron años muy bonitos». Solo supe afirmar con la cabeza pues esos momentos no los había vivido yo. A continuación comenzó un segundo video, cuyas imágenes recogían el bautizo de la segunda hija de Carlos (Silvia). En éste yo aparecía con otra dama. Era «mi» mujer Rocío. La que años mas tarde de aquella grabación fallecería junto a «mi» hija Isabel en un terrible accidente. Curiosamente, Penélope no estaba entre los asistentes, así que la observé unos momentos mientras ella tenía su atención  en la pantalla. Se giró a mirarme con una sonrisa forzada. Pude notar mucha tristeza en sus ojos. En una escena posterior, Carlos la enviaba recuerdos: » Penélope esperamos que estés muy bien. Es una pena que no hayas podido estar aquí, en un día tan importante. Te echo mucho de menos hermanita. Ojala que estés disfrutando mucho de  tu aventura como entrenadora de baloncesto femenino en Atlanta. Me hubiera gustado mucho que estuvieras aquí. ¡¡Un beso enorme feíta!!» Después de ver el mensaje que estábamos recibiendo de la pantalla ella comenzó a hablar. » Me acordé mucho de vosotros en aquel día. ¡¡¡No lloré ni nada cuando me llegó el vídeo del bautizo. Estuve tres días sin ir hacer pis!!!» Dijo riendo con cierto tristeza. » ¿Alcanzaste tu sueño?» . Pregunté sin pensar demasiado. » Es curioso nunca he hablado contigo de mi experiencia. Rompimos antes de irme, después conociste a Rocío, y cuando regresé bastante tenías con recuperarte de su muerte y la de la niña». Yo respondí. » Bueno, algún día teníamos que hablar de ello». » Tienes razón. La verdad que fue una experiencia increíble. Conocí a mucha gente, llegué a ser entrenadora auxiliar en WNBA, y viajé muchísimo. Gané mucho dinero también. Tuve mucho éxito, pero me costó mucho dejar a la familia aquí, y sobre todo me costó mucho…» paró un momento y tras mirarme dijo » olvidarme de ti. Nunca te lo dije. Me sentí muy frustrada y poco comprendida  en el momento que te dije que iba aceptar la oferta como entrenadora en Estados Unidos. Te precipitaste. Interpretaste que quería dejarte y rompiste la relación. ¡¡¡Yo no quería dejarlo!!!!. ¡¡Tampoco quería que dejaras tu vida aquí!!. Quizás deberíamos haber planteado la situación de otra manera.» Su cara tenía un gesto de enfado importante. De manera serena y llena de aceptación le dije las palabras que sentía tenía que trasmitir en aquel momento, basadas en las experiencias de mi propia vida.» Penélope te pido perdón si te hice daño. No supe gestionarlo de otra manera. Hay veces que las cosas suceden de tal forma, que el orgullo, los malentendidos y el ego nos alejan del amor. Te aseguro que por aquel entonces si hice lo que hice fue porque te quería mucho, y no soportaba separarme de ti. Estoy seguro de ello».  La sinceridad se apoderó de mi mientras la miraba, dándome cuenta de que lo que estaba diciendo iba destinado también a algunas de las parejas de mi pasado. Pronto las lágrimas poblaron sus ojos, y se abrazo a mí con una ternura que me erizó la piel. Era tal la sensación de calidez que estaba sintiendo, que me quedé fundido con ella sin noción de tiempo. Había abrazado muchas veces a mujeres, sin embargo aquella fue la primera vez que me sentí unido a alguien de verdad. Una vez nos separamos fui consciente de que en mis ojos llovía también. Aquella situación me había removido mucho, tanto por el hecho de haberme sincerado como por la sensación de incondicionalidad hacia mi que había despertado Penélope con su gesto. Me limpió la cara mientras trataba de consolarme. Me sentí tan comprendido que en un alarde de sinceridad la dije «mirarte a los ojos es como si me mirara en los míos. Fue entonces cuando ella lentamente acercó sus labios para besarme. Lo deseaba con toda mi alma, pero agaché la cabeza. No podía hacerlo. Por mucha conexión que sintiera con ella, estaba usurpando una vida que no era la mía. Solo acerté a decir. » Lo siento cielo. No puedo». Ella comprensiva respondió con un » lo sé. Todavía no has superado la perdida de Roció e Isabel». Aquella no era la razón, pero afirmé con la cabeza ayudado por la situación. A partir de aquel momento, hubo más comidas y cenas en casa de Penélope, pues me quedaba poco tiempo del experimento cuántico en el que me había involucrado. Quería vivir a tope los segundos  que me quedaban a su lado, siempre respetando la vida de Luis. Sin embargo, cuando el tan temido final de mi experiencia llegaba a su fin, decidí hablar con la persona que me había llevado allí. Decidí hablar con Arturo el físico cuántico.

» Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama». Fiódor Mijáilovich Dostoyevsky

No era mundo, ni mi realidad, ni siquiera tenía mi misma identidad, sin embargo cuando estaba con Penélope me sentía pleno. Arturo me lo dejó bien claro. » No hay manera de quedarte allí Javi, y si la hubiera, no sabemos que pasaría con el alma de Luis. Saber donde va el espíritu de la persona a la que suplantamos es una incógnita que ni yo mismo se descifrar. ¿Te la has planteado tu alguna vez? «. «La verdad es que no, pero tampoco nunca había sentido lo que estoy sintiendo por ella» añadí. «Cuando empecé con este experimento me di cuenta de que Dios, el Universo la energía o como le queramos llamar nos hacía un tremendo regalo con este proceso. Créeme si te digo que nunca pensé que ibas a experimentar lo que estás viviendo, sin embargo te pido que confíes. Todas las personas que decidimos realizar este viaje regresamos transformadas. Sin embargo te comprendo perfectamente Javi. Hace años tuve que vivir una situación parecida a la tuya. Creí que me rompería el corazón. Sin saberlo fue aquella dura situación la que de manera inspiradora me hizo investigar y llegar a lugar donde estoy hoy. Se valiente amigo mío. Al final la vida equilibra todo. Incluso el dolor». Las palabras de Arturo me serenaron, sin embargo la despedida hacía que mi cabeza fuera era una hoya a presión, con pensamientos oscuros y dolorosos. Así que antes de irme a dormir la última noche del experimento, recé con la misma fe que tenía cuando era niño buscando consuelo. El rezo trajo mi rendición y con la rendición, vino la claridad.

» Poder decir adiós es crecer «. Cerati

Día número 30. Querido Luis: Este 30 de Abril será con toda seguridad el último que viviré tu vida y quiero dejarte la mejor herencia posible. Antes de ir a un psicólogo o psiquiatra por leer este diario confía en mí, amigo. Sé que nunca me llegarás a ver ni a conocer pero también sé que por lo que has sufrido mereces ser feliz, y creo que voy a contribuir para que esto ocurra. En estos extrañas jornadas, he vivido a caballo entre dos realidades y en ésta he conocido a una persona maravillosa de la que me va costar mucho separarme. Tú la conoces mejor que yo. Se llama Penélope y esta llena de amor y cariño. Sin darme cuenta, hemos vuelto a revivir la relación que tu tuviste con ella. Sin embargo, yo no puedo seguir en esta dimensión ni puedo empezar algo con alguien que tiene recuerdos que no son conmigo. Esta vida es tuya y tu relación con Penélope tiene raíces profundas y fuertes en las que yo no he participado. No te voy a engañar, se me parte el alma por separarme de ella, pero una voz interior me dice que estoy haciendo lo correcto. Te pido por favor, que una vez regreses la des una oportunidad, o lo que es más importante, te des una oportunidad. Es hora de que te pasen cosas buenas. Llámame loco, pero tengo la certeza de que todo lo que está ocurriendo con esta situación nos traerá mucho bien a los dos, aunque ahora mismo la pena no me permita verlo. Duele decir adiós. Por supuesto, ni se te ocurra hablarle de estos textos a ella. Eso si, te pido un favor, recuérdale siempre que puedas » mirarte a los ojos es como mirarme a los míos». Ella lo entenderá, y creo que tú con el tiempo también. Nada más que decirte Luis. Ha sido bonito vivir en tus zapatos (yo estoy mas acostumbrado a ir en zapatillas), solo espero que a partir de tu regreso seas tan feliz como mereces, pues sin conocerte ya te quiero como a un hermano. Un abrazo enorme. Espero que seáis muy felices. Yo también lo seré. Seguro. Javi. Esta fue la ultima página del diario que escribí a Luis, para que comprendiera todo lo que pasaba en su vida cuando regresara. Lo cerré y lo dejé encima de la mesa de la entrada, con una nota » gracias por todo». Aquel 30 de abril era domingo, lo que facilitó que pudiera disfrutar el mayor tiempo posible con Penélope. Comimos juntos, paseamos juntos, vimos un película juntos, cenamos juntos. Una vez terminó la cena, y con mucha tristeza decidí marcharme. » Me voy a casa. Mañana es día de trabajo». Ella notó mi tristeza. «¿Qué te pasa Luis? Llevas todo el día pensativo. ¿ Estás bien?». Después de un largo silencio solo una frase podía salir de mi boca » Mirarte a los ojos es como mirar a los míos». Era la segunda vez que se lo decía y provocó en ella la misma reacción que anteriormente. Acercó sus labios a los míos para besarme, solo que está vez, yo se lo permití. Fue un beso que duró el tiempo suficiente para sentir la preciosa energía que tenía Penélope. Cariño, empatía, frescura, comprensión, alegría, humor, chispa, ternura, entrega, vitalidad, creatividad y valentía eran sus características. Unas características que jamás iba olvidar. » Te quiero mucho Luis». Acertó a decir. » Y yo a ti cielo, y yo a ti». Respondí. Lo mas irónico de la situación, fue que aquel beso y aquellas palabras fueron el final de mi relación con Penélope. Ella no lo sabía pero aquel día yo la dije adiós.

» Mira al cielo. Hay una luz, y una belleza allí arriba que ninguna sombra puede tocar». J.R.R. Tolkien.

«»Llega el momento de regresar. Has descansado lo suficiente. Tu alma está repuesta» » ¡¡Si papi ya puedes volver!!». Luis se abrazó a su mujer y su hija en aquel lugar donde el tiempo y el espacio no existen, sabiendo que se encontraría de nuevo con ellas en la eternidad.

«Encontrarse con uno mismo, es el comienzo de un romance que dura toda la vida». Oscar Wilde.

El regreso a mi vida fue mas liviano de lo que creí. Aunque sentía mucha tristeza, las noches no se convirtieron en sombras oscuras en la que me invadía un vacío atroz, como en otras situaciones de mi pasado. Sin saber cómo, el transito por mi duelo fue orgánico y fácil de llevar. No tenía pensamientos negativos, ni juicios o reproches contra mí. En mi interior solo había una sensación de pesar acompañada de un sentimiento de agradecimiento y calidez. Puede que ella ya no estuviera junto a mi, pero en ningún momento tenía la sensación de que nos hubiéramos separado. En el colegio también se produjeron cambios. La relación con mis alumnos que ya era buena de por si, mejoró todavía mas. Me sentía mas paciente y cariñoso, así como más comprensivo. Los niñ@s me hacían llegar su alegría con abrazos espontáneos y con numerosas muestras de afecto, que yo recibía con mucha gratitud. Sin embargo, a mi regreso si había algo que me preocupaba. Una vez que terminó el experimento de La Dimensión Concéntrica, no pude localizar a Arturo, el misterioso matemático que me propuso hacerlo. El wasap había desaparecido de mi móvil, y cada vez que llamaba a su teléfono el mensaje de » él numero marcado no existe» se repetía una y otra vez. Era como si se hubiera volatilizado por completo. Las dudas me empezaron a asaltar. ¿ Y si todo lo que había experimentado era una paranoia mía?. Sin embargo, los recelos que se despertaron en mi, terminaron pronto. Un día en casa de mi hermano Carlos estaban mis dos sobrinas dibujando. Me acerqué a Silvia la pequeña y le pregunté que estaba haciendo. Mi sorpresa fue tremenda cuando vi que su dibujo era el de una mujer que se llamaba Penélope. En dicha creación se podía distinguir (si es que un dibujo de una niña de siete años se puede atisbar algo) un rasgo que me hizo creer que lo que estaba ocurriendo allí no era una casualidad. En aquella ilustración la mujer llevaba una sudadera de la carrera de educación física. Acto seguido le pregunté a la pequeña. «¿Quién es?». » Una profe muy simpática con la que he soñado hoy. ¿Sabes una cosa tío?, me recordaba mucho a ti». Respondió. » ¿Quién sabe Silvia? quizás esa maestra sea yo en una vida diferente». Añadí divertido. » ¡¡No puede ser porque tu eres calvó tío!!» dijo mientras se tronchaba de risa.». Aquella señal me confirmó dos verdades. La primera era que lo que había vivido había sido real. La segunda era que nunca me despediría de Penélope porque siempre había estado en mi. Ella era mi lado femenino aunque hasta ese momento no fui capaz de verlo.

» Todo lo que nace procede necesariamente de una causa, pues sin causa, nada puede tener origen». Platón.

Erase una vez… Despertarse cada mañana era un acto de valentía sin igual. Una prueba que muchos dioses del olimpo hubieran sido incapaces de realizar si hubieran sufrido el revés en la vida que había sufrido Luis. Sin embargo él, guiado por una resiliencia a prueba de bombas superaba los doce trabajos de Hércules diarios, tratando de encontrar estabilidad a una vida que se desquebrajó por completo con un accidente de tráfico que se llevó la vida de su mujer y su hija. Algunas personas le estaban ayudando en el proceso de duelo lo que hacía mas llevadera su tremenda carga. Aunque Carlos, su amigo del alma era el que más le estaba sosteniendo al caminar apoyándole en todo, quizás era la hermana de éste, Penélope la que mejor le estaba inspirando a seguir avanzando con sus mensajes diarios de wasap. Quizás ella era de las personas que mejor le conocía, pues tenían un pasado común. Durante años fueron pareja. A pesar de que cada día iba a mejor, estaba agotado, física y emocionalmente, y todos los días le pedía al cielo una tregua. Un día caminando por la calle del pueblo en el que vivía vio como un hombre caía al suelo producto de lo que parecía un desmayo. Le ayudó en todo lo que pudo. De hecho le acompañó hasta el hospital en la ambulancia que vino a por él. En el trayecto, el desconocido como si no tuviera ningún problema de salud trató a Luis con amabilidad y cariño como si le conociera de toda la vida. Al despedirse le dio una tarjeta y dijo que podría ayudarle. En dicha tarjeta aparecían los siguientes datos. Arturo Rodríguez. Matemático experto en Física Cuántica. Junto con su número de teléfono, al que al día siguiente, Luis procedió a llamar. Una llamada que cambiaría su vida

» El inicio de un nuevo comienzo, es el final de una historia». Seneca

Tras asumir que Penélope era una parte importante de mi, hubo grandes progresos a nivel emocional-sentimental. Se acabaron las idealizaciones, los cuentos de hadas y la necesidad de ser visto por aquellas mujeres a las que pudiera considerar atractivas. Si surgía una conversación o una cita la vivía con la mayor naturalidad posible, disfrutando de lo que pudiera pasar. Me sentía tan tranquilo y tan en paz que incluso dejé de buscar la aprobación de la gente. Mi autoestima estaba mas sana que nunca. Este podría ser el final de cualquier historia, sin embargo en este relato todavía me quedaba una última sorpresa. Un día en el buzón de mi casa apareció un nueva casete, con una notita que ponía «The last dance» (el último baile). Me reí bastante con la ocurrencia del misterioso Arturo (si es que en verdad ese era su nombre). Sin lugar a dudas, él había depositado aquella cinta en mi receptáculo para el correo. Nada más llegar a casa, con toda la confianza del mundo realicé el mismo proceso de siempre. Introduje la cinta en la radio antigua con la que realicé el experimento (menos mal que no la vendí) y me tumbé en el sofá hasta que me quedé dormido. Enseguida abrí los ojos en una sala. Parecía una clínica. Una mujer me estaba abanicando. Al parecer me había desmayado. » ¿Doctor se encuentra bien?». » Sí, ha sido un simple vahído.» Repliqué » Me alegro porque ahora viene una pareja para una ecografía en cuatro d. Quieren conocer el sexo de su bebé.» «Perfecto hágales pasar» contesté muy metido en el papel». Antes de que entraran a la consulta me miré en el espejo. Era un hombre de unos sesenta años con pelo gris y gafas finas. Mi aspecto era muy parecido al de Doc en Regreso al Futuro. Acto seguido y para mi mayor asombró aparecieron por la puerta Luis y Penélope cogidos de la mano. ¡¡Iban a ser mamá y papá!!. Físicamente él era idéntico a mi auténtico yo como ya comprobé cuando le suplanté. De manera instintiva se me quedó mirando. ¿ Podría ser posible que a nivel inconsciente me hubiera reconocido aunque jamás nos hubiéramos visto?. No tuve tiempo para seguir elucubrando al respecto pues comenzamos con el proceso de la ecografía. Penélope estaba guapísima. Le sentaba genial el embarazo. En todo el tiempo que duró la prueba no dejó ni un momento de sonreír mostrando su simpatía. En unos pocos minutos, la máquina se puso a pitar. El dispositivo ya tenía los resultados. Yo no era medico, pero las imágenes que arrojaba el aparato estaban claras. «El bebé va ser niño.» Dije con seguridad. Me alegré tanto que sin darme cuenta me abracé a ellos en una imagen que resultó de lo más cómica. Mientras que la enfermera no sabía donde meterse, Luis y Penélope se lo tomaron con un gran sentido del humor. » ¿Han pesado un nombre?» interrogué sin esperarme la respuesta. » En un principio le íbamos llamar Carlos, como su hermano» dijo Luis señalando a Penélope. » Pero por motivos que sería difíciles de explicar vamos a llamarle Javier». Apostilló mientras me guiñaba un ojo y me daba las gracias con un abrazo sentido. La respuesta a la pregunta que me hice anteriormente se acababa de responder. Luis sabía que detrás de aquella imagen de doctor entrado en edad que yo tenía, se encontraba la persona que le había sustituido durante el tiempo que su alma descansó en otro plano. Le sonreí con cariño y solo se me ocurrió decirle » por favor cuando nazca, dale un beso enorme a Javi de mi parte». No me dio tiempo ni a terminar la frase, cuando desperté en el sillón de mi salón. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, y la satisfacción de haber contribuido a un plan cuyos hilos estaban muy lejos de mi entendimiento. Y es que como dijo Arturo el día que nos conocimos parafraseando a Einstein. » Dios no juega a los dados con el universo».

El Héroe de Madrid

La guerra entre hermanos llevaba asolando el país algo más de un año, y había aumentado de intensidad, especialmente en la capital: Madrid. Los bombardeos de la Legión Condor se empezaron a repetir con tanta frecuencia que el tremendo ruido de detonaciones se había convertido en una banda sonora tan macabra como habitual. Allí donde mirabas, y en el mejor de los casos, había restos de fuego de explosiones o grandes polvaredas provocadas por la caída de una bomba. En este terrible contexto una chica joven con un abdomen tremendamente abultado luchaba sin éxito por poder llegar a refugiarse en el metro. Unas yardas más adelante un niño lloraba abrazado a un muñeco de trapo, mientras su madre le llamaba desde la boca de metro para que corriera hasta donde estaba ella, más, el estruendo que oía, le paralizaba pues el rugir de la guerra le bloqueaba por completo. Todo ocurrió muy rápido. De entre el humo como si de una aparición se tratara, surgió la sombra de un joven ni muy alto, ni muy bajo. Ni muy fuerte ni muy débil. Un chaval de quince años se abría paso con gran velocidad y determinación entre los escombros y las detonaciones, llevando en brazos a la chica que tantas dificultades tenía para ponerse a salvo. Al llegar a la altura del pequeño que sollozaba agarrado a su peluche, no se lo pensó dos veces y le invitó a que se subiera en su espalda como si se tratara de los lomos de un pura sangre. Bien podía ser uno de esos tremendos caballos, pues poco después reavivó una carrera llena de potencia, fuerza y fe, con la que llegaría al resguardo del metro. Aquel día Joaquín salvó la vida de tres personas. La de un niño asustado, la una joven aterrorizada y la del bebé que traía consigo. No fueron las únicas pues en aquel tiempo de sangre y fuego, el heroico joven se dedicó a echar una mano en este tipo de situaciones. Lo hacía en honor a su padre que falleció pocos meses antes de comenzar la contienda, mientras trataba de apagar el fuego de un edificio provocado por una revuelta urbana derivada del caos político del país. Recibió varios balazos por intentar sofocar unas llamas surgidas de la intolerancia y el fanatismo. El solo pensaba en salvar vidas no en pertenecer a ningún tipo de ejército. Su muerte no fue vano, pues sirvió de inspiración para que la llama del heroísmo prendiera en el corazón de su hijo Joaquín. No fueron pocas personas las que se salvaron en los brazos del valiente joven, más una vez terminada la guerra, prefirió pasar página y dejar en el olvido la heroicidad con la que actuó en aquellos días. Aunque entre las gentes de la villa se extendió el rumor de las épicas hazañas de un heroico muchacho apodado como » El Héroe de Madrid» él nunca reclamó ese protagonismo para sí. Cumplió con creces con el deber que se había impuesto y jamás recibió una recompensa por todas las cosas buenas que hizo. La leyenda del titán castizo se fue apagando con los años al no ser reclamada ni identificada. Sin embargo, las grandes hazañas de los seres humanos nunca se olvidan del todo, y salen a la luz como si el mismo Dios quisiera que no pasaran desapercibidas para así inspirarnos. Como no podía ser de otra manera, y pasado el tiempo, » El Héroe de Madrid regresó».

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Buscando la verdad

Hola Natalia, soy Manuel: Te preguntarás porque te llega esta carta pasados tres meses de nuestra ruptura, y quizás tengas la tentación de hacer una pelota con ella o de hacerla pedazos antes de terminarla. Te pido por favor que llegues hasta el final, pues de esta manera, podrás comprender mejor lo que ha ocurrido entre nosotros. Natalia, te he querido mucho, pero también se que no te he querido bien, porque te di mi amor desde las carencias que tengo. No me siento culpable por ello. Lo hice lo mejor que pude y tu lo hiciste lo mejor que pudiste también. Fuimos muy valientes. Era muy difícil para nosotros ser conscientes de las limitaciones y complejidades que teníamos para estar en pareja, y sin embargo, intentamos estar juntos hasta al final. Y en intentar esta clave. Cuando se tiene que intentar tanto algo, es porque las cosas no fluyen. Ahora lo veo.

No escribo buscando perdón ni compasión. Solo quiero compartir contigo la verdad que me ha mostrado la vida estos días. No eres la única chica con la que me ha ocurrido esto, pues soy consciente de que llevo tiempo repitiendo patrones en el terreno sentimental, y ahora estoy dispuesto a cambiarlos. No te voy a engañar, te echo de menos y hay días que me siento muy solo, pero se que en esto momento debo transitar ese vacío que llenabas sin ti. Te agradezco cada uno de los momentos que he pasado a tu lado y te aseguro que los mejores recuerdos que tengo de ti se quedarán grabados en mi memoria para siempre.

Natalia tengo claro que aunque los dos somos muy buenas personas, llegó un momento en el que nos estábamos haciendo peor el uno al otro. Por eso decidí terminar con lo que teníamos. No quería contribuir a más dolor ni mas confusión. No siento que tu seas una persona tóxica para mi, ni que yo sea una persona tóxica para ti, simplemente hay planetas que jamás llegarán a encontrarse porque están en orbitas diferentes.

Podría despedirme poniendo grandes frases elocuentes, o citando a algún personaje famoso que tuviera una frase memorable sobre las despedidas, sin embargo, solo se me ocurre hacerlo con dos palabras: Muchas gracias.

Tras terminar de leer la carta, la metió en un sobre cuyo sello ya había sido puesto. Acto seguido la introdujo en el buzón con una sonrisa diciendo: «Ojalá que seas muy feliz». Después guiado por su intuición miró a cielo cerciorándose de que aquel atardecer de Otoño era mas bello de lo normal. El recuerdo de ese cielo rojo y dorado le acompañaría para siempre, pues era el hermoso cielo del día que decidió ser libre de cargas para amar.

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El adiós del Gran Gorila

«No sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una brisa; pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo «.

Forrest Gump

Hace unos años decidí escribir un cuento sobre la salud de un familiar, para tratar de cambiar una realidad nada halagüeña de alguien muy cercano a mí. El cuento tenía de fondo mi pensamiento mágico de que si mi tío (él era el familiar del que os hablo) lo leía, quizás podría sanar. Quién me conoce sabe que creo firmemente en la relación entre emoción y enfermedad. En aquel momento pensé que escribiendo esta historia podría ayudarle de alguna manera. Sin embargo, hoy soy consciente  de que aunque hay una serie de herramientas que nos pueden ayudar a comprender las cosas que nos pasan, la vida es incontrolable y misteriosa y mas que plantearnos el porque nos toca vivir ciertas situaciones es mejor adaptarse a lo que pueda estar ocurriéndonos.

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Un partido con revancha

«Levantó su espada con fuerza y se la introdujo en la boca del estomago al grito de ¡¡banzai!!. Un vomito de sangre se abrió paso con virulencia hacia la boca. La muerte tardó mas tiempo de lo esperado en llegar. No le importó lo más mínimo pues consideraba merecido el sufrimiento. El deshonor había tocado su vida, tras la mas dolorosa derrota infligida por el peor de los enemigos: el desamor. Murió invicto en el campo de batalla, pero vencido en el campo sentimental. Él mismo, hizo añicos su corazón«.

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