El amor por la risa

Hace algunos años había un niño que admiraba al gran Emilio Aragón.

Aquel showman tenía todas las características para entretener a la gente. Desparpajo, gracia, naturalidad, descaro y frescura.

Por aquellos años dirigía un espacio muy divertido llamado VIP, en el que no solo presentaba, pues también hacía gags de humor, e incluso cantaba sus propias canciones.

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