Se puso a curiosear la billetera mientras él se duchaba. Jorge había llegado cansado de hacer una guardia y como siempre lo primero que hacía era relajarse recibiendo agua fría por todo su cuerpo. Aquel día Ana quiso ver qué era lo que poseía aquel hermético hombre en la cartera. Llevaba dos años saliendo con él, pero había cosas de su pasado que desconocía por completo. Su curiosidad dio para poco. Lo único relevante que encontró entre las tarjetas de crédito, lempiras (dinero hondureño) y la identificación como policía fue un cromo de Ronaldo Nazario con la selección brasileña. Era de la Copa del mundo de 2002, la que el fenómeno ganó con la canarinha siendo elegido mejor jugador del torneo. En la parte posterior del adhesivo había una inscripción. » Para que te acuerdes de mí. Tu gran amigo siempre: Santos».
» Nunca creí que llegaría. Nunca pensé en este momento. Te cambia la vida, aunque no tengas nada para seguirla, te cambia y no piensas, en lo que te olvidas». Melocos.
VEINTE AÑOS ANTES
Sentados en un banco del parque Central en la Ciudad de San Pedro Sula, se encontraban dos grandes amigos que aquel triste día dejarían de ser inseparables. Ambos estaban en silencio, conteniendo las lágrimas pues eran conscientes de que en pocas horas, Santos se mudaba junto a su madre y la nueva pareja de ésta a la capital, Tegucigalpa. Era muy común que los hijos de algunas mujeres Hondureñas marcharán allí donde sus mamás iban, pues el arraigo familiar muchas veces era difícil de mantener al ser muy pocas parejas las que perduraban en el tiempo. A Santos el nuevo novio de su madre no le gustaba nada. Bebía demasiado, no trabajaba y por si esto fuera poco la trataba bastante mal. Además aquel tipo era el responsable de tener que dejar atrás su querida ciudad y a su gran amigo Juan, pues les había asegurado que en la gran Tegus les esperaba un futuro próspero lleno de Esperanza. En su fuero interno odiaba a ese hombre por como era y por lo que significaba para su vida, sin embargo decidió acompañar a su madre pues tenía un mal presentimiento con respecto al cambio de ciudad. » Aprenderé a escribir solo para poder enviarle cartas y estar en contacto con usted». Dijo Juan a su cabizbajo amigo. Éste, acto seguido sacó una especie de pequeño papel, del bolsillo, ofreciéndoselo. » Quiero que lo tenga. Es el mejor recuerdo que le puedo dejar mi hermano». » Pero como lo voy aceptar carnal!!. Es el cromo del Fenómeno!!!. Se lo regalaron a usted!!!. Es su mayor tesoro». » Santos con la voz quebrada dijo» mi mayor tesoro ha sido poder ser su amigo. Pero no le doy este cromo. Se lo dejo. Dentro de veinte años tendrá que devolvérmelo aquí en este mismo banco. De esta manera le obligo a estar en contacto conmigo y a seguir con vida en esta tierra en la que la vida parece valer poco». Acto seguido se fundieron en un abrazo mezclado con lágrimas en el que abundaron las promesas de seguir en contacto. Sin embargo, los buenos propósitos se quebraron bien pronto, por unos motivos que en aquellas latitudes eran tan crueles como habituales.
La violencia hiere el cuerpo y la mente del que la ejecuta, del que la sufre, de los que lloran, de toda la humanidad. Kathy Reichs.
» Le traeré a un buen muchacho. Su mamá es mi mujer. Seguro que le es muy útil. Creo que puede servirles muy bien. Es fuerte y grande para su edad. Será excelente dentro de la 18″. De pie frente a él, un hombre con el rostro cubierto de tatuajes sonreía. Era el líder espiritual de uno de los dos «ejércitos» hondureños que habían convertido el país en una guerra sin cuartel por controlar el narcotráfico. «Primero deberá pasar la prueba inicial. ¿Usted cree que lo hará?». » No le quepa la menor duda amigo. Es bien capaz de hacerlo».
REGRESO AL PRESENTE
«La perseverancia es el acto de los verdaderos modelos a seguir y de los héroes». Lisa Wiemer.
» Bukele recrudece su ofensiva contra las Maras». Leyó en alto. ¿Usted crees que esto llegará a esta tierra?». » No se. A los catrachos nos cuesta darnos cuenta de que tenemos un problema con la violencia». Respondió el comisario Jorge Zapata mientras apuraba el cigarrillo que había encendido minutos antes. » Para mi la pregunta no es si esto ocurrirá en un futuro en Honduras, sino otra más compleja de plantear. ¿Existe otra manera de solucionar el problema de esos malditos mareros en nuestra tierra?. Muy a mi pesar creo que la respuesta es no. Es un virus tan extendido en nuestras ciudades que la única solución que veo es a través de las balas». Apagó el cigarro y salió a la puerta de la comisaría. Sabía que aquel lugar no era seguro pues aunque él era un agente lleno de principios, el cuerpo de seguridad estatal estaba tan podrido como un cadáver varios meses después de su muerte. En el exterior de sus despacho pudo contemplar el atardecer tropical rumiando pensamientos sobre las misiones que le tocaría hacer en aquella jornada. No se reconocía como tal pues cargaba con un pasado que le pesaba, pero era un héroe en un lugar en el que serlo rozaba la utopía. Aunque, la mayoría de sus noches distaban de ser tranquilas, sentía que cumplía con un deber que estaba muy por encima del impuesto por la condición humana, por eso, recibía con valentía las situaciones que el se iba encontrando. Sin embargo, el no nació con el don del arrojo o la gallardía pues fue a través de uno de esos golpes del destino que cambian a las personas para siempre, como se transformó en el policía, firme, cínico y contundente que era.
» Necesito una ciudad menos amarga que deje de golpearme en los costados. Claudia Noguera Penso.
El coyote le dio una serie de pautas antes de montarse en el coche. Santos se sentía como un niño en su primer día de colegio, solo que él no buscaba hacer amigos o aprender a leer o escribir, si no la paz ansiada. Escapar de la mara 18 era un acto casi suicida, pero suponía la única manera de recuperar la humanidad, perdida por los homicidios que se vio obligado a perpetrar. Había sobrevivido a un infierno en el que años antes le metió su padrastro, un hombre cuya fragancia era el ron más peleón de la nación centroamericana. Su viaje hasta los Estados lo hizo a través del desierto para no ser interceptados por las policías de México primero y de Estados Unidos después. En poco más de dos días llegaron a los Estados Unidos, concretamente a Nuevo México, y allí la esperanza de una vida nueva iluminó su corazón. Sin embargo, su nuevo destino no le trajo la tranquilidad ansiada, pues allí se encontró con una situación que iba más allá de las que le hizo abandonar la patria de Francisco Morazan. Y sin quererlo, la decisión tomada le hizo volver a luchar por su vida, una vida que volvía a estar en peligro.
¿No tienes enemigos ? ¿Por qué ? ¿Nunca dijiste la verdad o no amaste la justicia? Santiago Ramón y Cajal.
La noche fue más fructífera de lo que creía. Jorge interceptó una «paila» (furgoneta) en la frontera con Guatemala, conducida por un coyote que llevaba a un nutrido grupo de Hondureños dirección primero a México, y después a Estados Unidos. Tras identificarle fue consciente que había arrestado a uno de los mayores traficantes de personas de Centroamérica, pues su apodo era celebre en aquella zona geográfica. Hablar de Caronte era hablar de una celebridad en los circuitos de migrantes, pues era conocido tanto por su ambición como por la seguridad de sus planes. La mayoría de los Hondureños que pagaban sus servicios llegaban a salvo a Estados Unidos, otra cosa era lo que se encontraban allí. Lo más curioso es que pocos de sus » turistas» sabían que el nombre de Caronte tenía un significado macabro y tétrico emparentado con las acciones del coyote. De hecho, que le llamaran como el guía de los muertos en el inframundo no era ni mucho menos una casualidad, sino más bien una identificación de lo más adecuada, pues tras su labor como coyote se escondía el más grande comerciante de órganos de latino américa. La policía liberó a las personas que iban en el transporte interceptado por el comisario Zapata. Estos sintieron gran tristeza y enfado por la situación, pues además las autoridades les aseguraron que era imposible recuperar el dinero que invirtieron en llegar al país de las barras y estrellas. El mencionado guía tenía una situación de poder bastante compleja dentro del país. Debido a esto, poco se pudo hacer contra Caronte, pues gozaba del beneplácito de algunos políticos corruptos beneficiados con sus actividad delictiva. Tales eran los privilegios que tenían, que a los dos días fue liberado pagando una fianza de diez mil dólares, justo la cantidad que él cobraba a las personas que transportaba a una «vida mejor». Sin embargo aquella vez, su arrogancia y narcisismo le hicieron ponerse en el punto de mira de alguien que no le temía a nada y a nadie. La prepotencia que demostró en el interrogatorio de rigor abrió el apetito de un sabueso que se obsesionaba de manera enfermiza con dar caza a los malos hombres que poblaban la tierra que le vio nacer. Jorge Zapata no era un agente que se diera por vencido fácilmente, y menos cuando la intuición le hacia sentir que había mucho más por descubrir detrás de un caso. Sin saberlo Caronte había encontrado a su némesis, y sin saberlo el íntegro policía se había topado con una misión que le tocaba muy profundamente. La batalla estaba servida.
» Si no sabes a donde vas, regresa para saber de donde vienes». Proverbio Zen.
VEINTE AÑOS ANTES
El primer poema que conocí, fue la sonrisa de mi madre. Jaques Pierre.
«Vamos apúrate Jorgito o llegaremos tarde a la iglesia. Al padre Bernardo no le gusta la gente que entra con la misa empezada». Jorgito seguía jugando en el patio de su casa con el perro de la familia llamado sultán. Paró, se metió la camisa por dentro y se acercó a su madre que le limpió la suciedad de la cara con un papel chupado por ella. Odiaba aquello, pero con el tiempo lo echaría de menos. Jorge era el hijo único de un matrimonio joven. Su mamá se llamaba Suyapa y su papá Manuel aunque los amigos les llamaban Mel. Eran muy humildes, pero felices. Vivían en una construcción con tejado y paredes y sin ventanas a las afueras de San Pedro Sula. Alrededor tenían un patio donde pastaban los animales, entre ellos el canino amigo fiel de Jorgito. Aquel día podía haber sido un domingo normal, como tantos otros. Misa de 10 de la mañana, y fresquito (refresco) gaseoso en el kiosko de Tío Cobo. Sin embargo no fue así. A la salida de la iglesia se encontraba la tía de Jorgito junto a un hombre hondureño que decía ser el dueño de un gran supermercado en los Estados( América del Norte). Venía con una oferta de trabajo para la zona sur de Nuevo México, estado fronterizo. Necesitaba mujeres dependientas que hablaran español, pues según decía el supermercado era para la población hispana abundante de aquella zona. Era una oferta casi irrechazable pues el país había dejado de ser el mayor suministrador de bananas del gran vecino del norte, y la pobreza y la hambruna habían empezado a aparecer. Muchas fábricas cerraron, el ferrocarril que atravesaba el país dejó de funcionar y el germen de las maras (bandas criminales de tremenda violencia) comenzó a surgir en las grandes ciudades. Por todo ello era un momento adecuado para salir de allí antes de que la situación se complicará aún más. La madre de Jorgito aceptó la oferta con la condición de que a los tres meses, tanto él como su marido Manuel se reunieran con ella en Nueva México. Sin embargo, aquel plan no se llegó a dar, pues la madre marchó a un lugar del que nunca regresó. La policía no dio ninguna explicación de dónde estaban las mujeres que recibieron la oferta para trabajar en aquellos supermercados, entre otras cosas porque no querían hacerlo. Los traficantes de personas tenían tratos con los cuerpos de seguridad y poco a poco comenzaron a hacer de la necesidad de las gentes un negocio tan sucio como inhumano. Con «suerte» la mamá de Jorgito había sido asesinada para robarla los órganos, pues la alternativa era ser esclava sexual el resto de su vida de narcotraficantes de los clanes más violentos de la frontera Sur de los Estados Unidos. Las vidas de Manuel y Jorgito cambiaron para siempre. El padre cayó en una depresión regada por el alcohol barato de los kioscos, mientras que en el pequeño se activó un sentimiento de venganza que le acompañaría durante gran tiempo de su vida.
La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos. Aristóteles.
Juan no pudo completar la prueba de acceso a la 18. De hecho, en el momento que debía apretar el gatillo contra un miembro de la mara 13, se negó hacerlo, por lo que estaba en busca y captura por la banda que le había puesto a prueba. Echaba tanto de menos a su amigo casi hermano, Santos, que al final se acabó juntando con malas compañías llegando por ello a la situación crítica en la que se encontraba. Sin saberlo su amigo había seguido el mismo camino. Sólo que Santos si apretó el gatillo el día de su prueba y después varias veces más. Una mañana caminando por la calle se distrajo más de lo normal y no prestó atención a que le seguían. Cuando se quiso dar cuenta dos mareros de la 18 convirtieron su cuerpo en un reguero de sangre. Le apuñalaron tantas veces que incluso dejó de sentir dolor. Se cebaron con él, y aunque estaba tocado de muerte, no le pudieron dar el golpe de gracia pues antes de que ocurriera, un pequeño de unos diez años apareció con un bate de baseball e intervino rabiosamente golpeando con fuerza en la cabeza a ambos malhechores. No llegó a tiempo para salvar la vida del adolescente, pero si consiguió que las alimañas fueran detenidas. Aquel día Juan dejó esté mundo sin poder despedirse de Santos, sin embargo guiado por un impulsó interior, sacó fuerzas para darle a aquel pequeño el cromo regalo de su amigo del alma, al niño que había tratado sin éxito de salvarle. El pequeño no comprendió porque le daba la figurita del ídolo del fútbol mundial, sin embargo la guardaría muchos años de su vida como un tesoro, pues era aquella imagen adhesiva la que le recordaba en los momentos de crisis el día en que decidió hacerse policía. Y es que Jorgito Zapata lo empezó a tener muy claro desde muy pequeño.
La maldad no es algo infrahumano, es algo sobrehumano. Aghata Christie.
La casa de campo en la que vivía era de un tamaño tan importante, que había lugares que jamás había visitado. Algunos de ellos por pura prohibición paterna. El no sabía a qué se dedicaba su papá, pero si que ganaba mucho dinero y que los criados de la casa le tenían bastante miedo. Un día desoyendo las indicaciones de su progenitor, decidió incurrir en una especie de invernadero que había a unos 600 metros de la casa familiar. Aprovechando la visita de unos amigos de la familia, el pequeño José decidió desplazarse durante el tiempo del aperitivo para comprobar que había en aquel misterioso lugar. Antes, se cercioró de que nadie le seguía. Una vez llegó a la construcción , se introdujo por una pequeña ventana que estaba abierta en su parte posterior. Cayó justo dentro de una sala amplia que tenía varios contenedores de hielo de gran tamaño. Se acercó a uno de ellos, y pudo comprobar con cierta curiosidad algo que a cualquier ser humano le hubiera helado la sangre. Dentro de aquel receptáculo se encontraban los cadáveres de varias mujeres con incisiones en su cuerpo. Las habían sacado los órganos. El pequeño nada atemorizado descubrió el negocio del padre, y comprendió cual era su futuro. De aquella manera, y desde aquel día la personalidad de José comenzó a transformarse lentamente en la de un ser oscuro al que años más tarde se le conoció con el nombre del barquero del inframundo: Caronte.
“Cada persona es un universo de historias entrelazadas, de orígenes diversos que convergen en un solo ser.” Anónimo.
REGRESO AL PRESENTE
A veces buscamos, lo que todavía no estamos preparados para encontrar. Libba Bray.
Tras la liberación de Caronte, Jorge Zapata decidió por su cuenta y riesgo iniciar una persecución del coyote. Su intuición le decía que aquel ser humano no solo era un guía aprovechado que cobraba cantidades terribles por llevar a hondureños a Estados Unidos. » Usted no tiene nada que hacer conmigo. En cuanto haga una llamada me sacan de aquí. Deje de hacer el ridículo mi carnal». En su forma de hablar el comisario captó una suficiencia y una prepotencia que solo había identificado hablando con dos mareros de perfil psicopático a los que había interrogado en el pasado. Además mirar a los ojos de aquel hombre era como contemplar a un ser sin alma. La frialdad que trasmitía su mirada y la lentitud con la que hablaba provocaba incomodidad y desasosiego al que le oía. Si el demonio tenía voz seguramente se parecía mucho a la de José Ruiz «Caronte». El comisario Zapata decidió iniciar la investigación, poniéndose en contacto con los viajeros a los que desalojaron de la furgoneta que les llevaba a los Estados Unidos. Necesitaba saber los datos que les habían proporcionado, para saber que movimientos iban a hacer nada más llegar a Estados Unidos y así poder seguir los pasos de las personas que eran transportadas allí.
El Heraldo. Noche de violencia en La Riviera Hernández. Un total de unas veinte personas han sido asesinadas la pasada noche en la famosa colonia de San Pedro Sula. Todo apunta a ajustes de cuentas entre miembros de la Mara 13 y Mara 18. Según fuentes policiales, se llevaba observado desde hace varios días, un aumento de la tensión entre las bandas con pintadas y amenazas veladas, hecho que ha desembocado en un baño de sangre. Bernardo Salazar.
La noticia ampliaba más información sobre lo acontecido, pero Jorge Zapata sabía muy bien, que todos lo datos que se aportaban eran falsos. Los cuerpos de la veinte personas que aparecieron muertas en aquella reyerta, no vivían en la violenta colonia sobre la que hablaba el artículo de prensa, ni tampoco pertenecían a las bandas que dividían el país. Las víctimas de la violencia de aquella noche eran los veinte ocupantes del vehículo conducido por Caronte que días antes había sido interceptado. El hecho de que se hubieran tomado la molestia de llevar los cuerpos a esa parte de la ciudad siendo ejecutado pocas horas después de haberlos detenido en su búsqueda del sueño americano, solo hizo confirmar lo que Jorge Zapata pensaba. Los viajes de Caronte escondían algo más siniestro que el mero hecho de sacarles una fortuna por buscar una vida mejor en otro país. Todo aquel asunto olía tan mal que hasta una persona sin olfato era capaz de percibirlo. Jorge nunca pudo entrevistar a estas personas en búsqueda de evidencias inculpatorias. No quedaba más remedio que cambiar de estrategia y esperar a que surgiera alguna pista de la nada, pues la gente involucrada en este asunto eran desde policías, a periodistas y políticos. El comisario Zapata no perdía la fe. Sabía que en el momento en que surgiera una mínima información, se aferraría a ella con la misma fuerza que se aferró a la vida una vez desapareció su madre. El sabueso rezaba todas las noches para que se diera aquella circunstancia. Quizás con el tiempo el cielo respondería a sus plegarias.
Las dificultades preparan a menudo a una persona común, para un destino extraordinario. C. S. Lewis.
Santos bajó de la paila, y se reunió con sus compañeros de viaje. Acto seguido recogieron el poco equipaje que tenían y se dirigieron desde ese preciso momento al lugar que les había proporcionado el coyote en busca de trabajo. Según les había comentado, se trataba de una fabrica de zapatos. Allí no solo les iban a enseñar un oficio, sino que además les iban a facilitar alojamiento y alimentación. Todo esto, según las palabras de la persona que les había transportado hasta los Estados Unidos. No obstante les acompañó hasta la puerta donde les recibió uno de los encargados de una manera muy amable. » Trata a mis amigos como se merece», dijo sonriendo el coyote al anfitrión que allí les aguardaba. No te preocupes. «Me aseguraré de que estén como en su casa». Acto seguido, pasaron a la fábrica, donde les enseñaron el trabajo que tenían que hacer. No parecía muy difícil. Era una producción en cadena de zapatos para la construcción. Después les mostraron el comedor donde iban a alimentarse y para finalizar, las habitaciones donde descansarían de la jornada laboral. Además su sueldo iba a ser de unos mil dólares al mes, pero al ahorrarse comida y vivienda, sería casi integro para ellos. Era un muy buen comienzo para establecerse en América del Norte. Santos sintió le acompañaba la suerte. Después de tantos años de violencia y meses de esconderse buscando una huida, por fin le llegaba un remanso de paz. Al poco tiempo de estar allí, el coyote se marchó tras asegurarse de que toda la información les había quedado clara a sus viajeros. Después de acomodarse en la habitaciones de descanso les llamaron para cenar. Santos decidió saltarse la cena e irse a dormir. Tenía poco apetito. El viaje le había revuelto el estómago como le pasaba cada vez que se subía en un coche. Sin embargo esta característica que podía ser considerada un defecto o una debilidad, fue el mejor aliado que se pudo encontrar en aquella situación, pues de manera indirecta le salvó la vida. La cena que pudieron disfrutar los hombres y mujeres que llegaron junto a Santos a aquella fábrica tenía una gran cantidad de somníferos. A los minutos de ingerir alimentos, comenzaron a caer en un profundo letargo. Muchos de ellos fueron trasladados a quirófanos clandestinos que se encontraban en aquel terrible lugar. A continuación les sacaron los órganos con celeridad y los congelaron en unos grandes frigoríficos que allí se encontraban para poder hacérselos llegar a los compradores. Todos tenían un destinatario previo antes incluso de hacerse la operaciones. El mercado negro tenía mucha demanda de «material anatómico» y siempre había un alguien que respondía sin escrúpulos a esa demanda. Ese alguien era José Ruiz «Caronte». Las mujeres más bonitas de entre los desgraciados que llegaron a la maldita fábrica de zapatos, no corrieron el mismo destino que los hombres, pues pasaron a formar parte del harem privado de hombres sin escrúpulos que pagaban un buen dinero por ellas. A ciencia cierta su destino era peor que el de los hombres, a pesar de que ellos dejaron su vida y parte de su cuerpo en las camas de aquel macabro hospital. Santos se despertó a media noche movilizado por los ruidos que hacían en el transporte de los cuerpos a los lugares de extracción. Los esbirros de Caronte daban por hecho que todos los llegados allí habían participado de la «última cena», más no se dieron cuenta que habían cometido un primer y único error en todo los años que llevaban con el tráfico de órganos. Santos vislumbró a través de la puerta de la habitación lo que estaba pasando, y se dio cuenta de la terrible trampa en la que le habían metido. Asustado se escondió debajo de la cama y dejó pasar unas horas que le parecieron eternas. Cuando dejó de oír sonidos de todo tipo y escuchó coches arrancar, salió de su escondite, y se movió por la fábrica lentamente por si alguien seguía allí. Más no encontró a nadie. Volvió a por su mochila y a por la poca ropa que pudo llevarse en el esperanzador viaje, y salió corriendo a toda velocidad de aquel lugar. Se había salvado de la muerte una vez más. Pero ¿qué haría ahora? ¿a dónde iría? ¿Qué podía hacer en aquella situación?.
El fin justifica los medios. Nicolás Maquiavelo.
En total contábamos con los órganos de 15 hombres. Aquí hay solo 14 hombres. » ¿Qué ha pasado?. ¿Os habéis equivocado en el número?. Espero por vuestro bien que sea así». José Ruiz estaba muy enfadado. Al repasar la lista vieron que Santos Zúñiga no estaba entre los cadáveres. La reacción de Caronte no se hizo esperar. Allí mismo disparó en la cabeza de uno de los colaboradores que había cometido el error » este sustituirá el cuerpo que falta». Lo hizo con tanta frialdad y dureza que los demás » empleados» de aquel monstruo no supieron como reaccionar. » Buscad al que falta. O de lo contrario los próximos corazones y hígados con los que comercie van a ser los vuestros». Sabían que no era ningún farol. Caronte siempre cumplía sus amenazas.
Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse en uno. Nietzsche.
El comisario Zapata harto de esperar un milagro, decidió forzar la búsqueda frenética de pistas contra Caronte. Lo hizo de una maneras poco ortodoxa, rozando la ilegalidad. Se puso manos a la obra sin tener en cuenta consecuencias o peligros con los que se pudiera encontrar. Su primera parte de plan fue secuestrar a Bernardo Salazar, el conocido periodista que hacia publicaciones falsas para tapar asuntos turbios del país. Él fue el que escribió sobre los muertos de aquel vehículo que días antes había interceptado el comisario Zapata cambiando por completo la verdad. En la salida del periódico, esperó Zapata pacientemente con un pasamontañas. Una vez pudo identificar al periodista, se cercioró de que iba solo para acercarse a él, taparle la cabeza y meterle en un coche, que había tomado prestado haciendo un puente. Después le llevó a un garaje abandonado donde le ató a una tubería. Allí el brutal sabueso le hizo creer que era un marero. » ¿Quién le informó de la muertes de la Riviera Hernández?. Sabe usted que dos de los que murieron eran miembros de la Mara 18?. ¡¡Queremos venganza!!». Le repetía una y otra vez mientras le daba descargas de bajo voltaje con un taser ilegal. El periodista chillaba con mucho dolor. Las únicas respuestas que decía eran » estoy muerto si digo algo. Estoy muerto si digo algo». Tras varias horas de descargas y gritos cargados de rabia de Zapata para amedrentarle, el periodista comenzó a hablar. » Ha sido José Ruiz. Caronte. No es un coyote es un traficante de órganos. Lleva a pobres hondureños hasta los Estados Unidos por el sueldo de diez años, y una vez allí los mata y trafica con las partes de su cuerpo. Muchos jefes de la policía lo saben, el gobierno lo sabe y la mayoría de la prensa lo sabe. Yo gano mucho dinero si escribo para desviar pistas que puedan abrir investigaciones hacia él. Si me quiere matar máteme ya. De todas maneras su Mara 18 poco puede hacer contra la organización de ese monstruo». El policía sabía que lo que le estaba diciendo el reportero era verdad. Decidió dormirle con cloroformo y dejarle en la puerta del periódico tumbado. Cuando Salazar despertó, supo que ningún marero le hubiera dejado con vida. Alguien estaba buscando a Caronte para poner fin a su horror, y el periodista a pesar del sufrimiento al que le habían sometido, no se sintió mal con lo ocurrido, pues alguien se estaba moviendo para atrapar a aquella abominación. ¿Quién estaría tan loco de intentar enfrentarse a José Ruiz?. El comisario tenía toda la información que buscaba. Sin embargo, aunque conocer la verdad le hizo sentirse libre, también le hizo sentirse devastado.
«Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida». Pablo Neruda.
Ana encontró a Jorge más pensativo de lo normal. Con ella el rudo agente de la autoridad se suavizaba y mostraba su ternura. Aunque nada le contaba de lo que pasaba en su trabajo, en su presencia era todo atenciones y cariño. Ella era la persona con la que se relajaba y con la que se sentía como en casa estuvieran donde estuvieran. Sin embargo, últimamente le notaba distraído e incluso iracundo. Le preocupaba este nuevo comportamiento pues los recuerdos que la generaban no eran nada positivos. La joven , de familia humilde, era una magnífica profesora de la Kinder ( Educación Infantil) en una escuela de una barriada de San Pedro Sula. Su papá era un esforzado conductor de autobuses muy querido entres sus colegas y su mamá una sacrificada ama de casa llena de cariño y de ternura para con sus hijos. Además Ana, era la menor de tres hermanos. Dos varones y ella. Con la aparición de las Maras, a mediados de los años noventa, la vida de la familia daría un vuelco. El padre fue asesinado al ser atracado una noche de trabajo cuando volvía a la cochera. Le robaron todo el dinero que había hecho aquel día en la caja de autobús. Los culpables eran miembros de la Mara 18, por lo que Saul (el hermano mayor) decidió pasar a formar parte de la Mara rival. La 13. Aquella decisión fue una grandísimo error pues no solo entró en una espiral de violencia y destrucción, sino que además, acabó con sus huesos en la cárcel. A raíz de esta situación, el hermano mediano decidió convertirse en pastor evangélico de la Iglesias de los Santos de Jesucristo de los últimos días. Creyó que el camino de la fe era el mas adecuado para devolver el amor a sus familia. Ana por otro lado, gestionó a su manera las desgracias familiares. Lloró mucho la perdida de su padre y el descenso a los infiernos de su hermano mayor, más en el proceso, alcanzó a sentirse en paz con la vida, pues conoció a una persona que transformó su dolor. Fue una visita al primogénito de la familia en la cárcel la que le hizo coincidir con el joven agente Zapata. Él fue el policía encargado de explicar a Ana los problemas legales en los que el hermano mayor se había metido. Al parecer, el marero de la 13 había asesinado a cuatro integrantes de la 18 involucrados en el asesinato de su padre. Al enterarse de los pecados del hermano, Ana se rompió por completo. La faltaba el aire, y la temblaba el cuerpo sin control. Jorge Zapata, guiado por una compasión y empatía infinitas se levantó de su asiento y decidió abrazarla. No la soltó hasta que consiguió calmarla. Aquel fue el primer abrazo de los muchos que vinieron después. Las visitas a la cárcel de Ana edificaron unos fuertes cimientos para una bonita relación. Él cambiaba sus turnos solo por coincidir con ella. Ella buscaba cualquier excusa para visitar a su hermano. Tras varios años juntos, su unión era más que estable. Por el camino Jorge se había convertido en Comisario de policía y Ana llevaba ya varios cursos como profesora. Además de todo esto, el hermano que se encontraba encarcelado, había decidió abandonar la violencias de las bandas y Fidel (el mediano) se había convertido en un hombre de gran influencia positiva por sus obras de caridad para con su comunidad. Se podía decir que en aquel momento la pareja gozaba de estabilidad, sin embargo, la dureza en la mirada que empezaba a tener Jorge, tenía muy preocupada a Ana. En sus ojos se distinguía el fuego de la obstinación. Parecía como si su foco estuviera en algún lugar que no estaba presente. Además el comisario había comenzado a fumar más de la cuenta y se le notaba muy nervioso. Todos estos detalles inquietaban mucho a Ana, pues reconocía en ellos, una actitud muy similar a la que comenzó a tener su hermano Saul tras el asesinato del padre. Jorge además tenía el defecto añadido de ser muy hermético con respecto a su pasado, sin embargo, ella, sabía conscientemente que alguna situación pretérita estaba quebrándole el interior. Siendo así, el conflicto no tenía fácil solución, pues él policía jamás pediría ayuda al respecto. Ana conocía perfectamente estas dificultades en Jorge, y sin embargo, decidió quedarse a devolverle todos aquellos abrazos que la ayudaron a recomponer las partes que en otro momento se le rompieron a ella. Se quedaría a su lado hasta el final.
Valiente es el que prefiere superar sus deseos antes que conquistar a sus enemigos, pues la victoria más difícil, es sobre uno mismo. Aristóteles.
Llevaba varias noches recordando aquellos días, en los que su madre, desapareció en busca de una vida mejor para todos. El caso Caronte, el cual estaba investigando por su cuenta y riesgo, había abierto una cicatriz que en realidad nunca se cerró del todo. Bien era cierto que decidió ser policía desde muy pequeño, pero aún así, la perdida tan traumática de su mamá y el alcoholismo posterior de su papá fueron encerrados en algún lugar del subconsciente y del corazón, del que nunca habían salido. Sin embargo por algún motivo, todo aquel dolor, había surgido aquellos días de una manera tan violenta como el agua de un géiser. Para acallar el sufrimiento, el comisario Zapata se dedicaba a fumar cigarrillos de una manera compulsiva. Fumaba casi tres cajetillas al día. Pronto a la ansiedad por el tabaco se le unió el insomnio, y poco a poco con la suma de ambas cosas, la mente empezó a acelerarse y a hablar más alto y rápido de lo normal. Sabía que José Ruiz era un traficante de órganos, pero no tenía claro cuales eran los siguientes pasos a dar. A su perfeccionismo como policía, se había unido la tortura mental de pensar que su madre pudo ser víctima de algo parecido a lo que se dedicaba Caronte. Por primera en años Jorge Zapata sentía el miedo y la rabia olvidados en sus días de niñez, por primera vez en mucho tiempo, Jorge Zapata volvía sentirse vulnerable y frágil.
» Cuando se huye es cuando más riesgo se corre de tropezar». Casey Robinson
Santos se convirtió en un sin techo en Nuevo México. Se dejó crecer la barba y el pelo lo suficiente para pasar desapercibido. Dormía en la calle y se alimentaba de la comida que le daban en las casas de la beneficencia de la ciudad. No quiso precipitarse en las decisiones a tomar, así que se dio un tiempo para poder gestionar un plan que le pudiera mostrar un futuro «estable» para él. Mucho más estable que el que creía que había aceptado con su viaje a los Estados Unidos. Al ser un sin papeles la situación era bastante difícil pues casi nadie le quería contratar. Tampoco podía regresar a Honduras por los miembros de la Mara a la que pertenecía, habían puesto precio a su cabeza por desertor. Sólo había una salida a la situación y era un tanto suicida. Si colaboraba con las autoridades americanas para desmontar la trama de trafico de órganos que había descubierto, seguramente le pondrían en un programa de protección de testigos que permitiría comenzar una nueva vida. Pero para ello, Santos debía presentar pruebas concluyentes. Con este fin, durante un mes, trabajó de manera clandestina lavando platos día y noche en un restaurante peculiar, que daba trabajo a personas de todo tipo de pelaje. Pagaban poco, no había contrato, pero daban de comer. Con el dinero que fue sacando, compró una cámara de fotos digital de segunda mano, además de un pendrive. Estaba decidido a documentar gráficamente lo que ocurría en aquella manufactura a la que llegó meses atrás y donde pudo haber encontrado la muerte. Sabia que si obtenía buenas fotos, podría presentarlas en una oficina de policía y comenzar un proceso que le llevaría a una vida mejor y a la libertad. Así que sin dudarlo demasiado, se apostó día y noche muy cerca de aquella fábrica de muerte, esperando a que llegará un nuevo cargamento de hombres y mujeres buscando el maná. Cuando llegara la nueva hornada de incautos podría retratar el horror de lo que allí ocurría. Sabía que no iba a salvar a los próximos seres humanos que llegaran a aquella fabrica, y aunque esto le ponía muy triste, si Santos hacía las cosas bien, aquella bancada de víctimas inocentes serían las última que allí perecerían. Los días de espera fueron muy duros, pero en el trascurso de ellos, recupero algo que había perdido en los años anteriores. Recuperó la esperanza, y un ser humano con esperanza es un ser humano dispuesto a todo.
La violencia es un animal incontrolable que suele terminar atacando a su propio amo. Reny Yagosesky.
Pasaban lo días y los secuaces de Caronte no encontraban por ningún lado al hondureño que se escapó de la recolección de organos. Además, el hecho de que huyera dentro del territorio norte americano complicaba un poco más las cosas. Así que a José Ruiz no se le ocurrió mejor idea que contratar a un famoso sicario Mexicano apodado » El angelito», pues solía hacer la mayoría de los trabajos en los Estados Unidos. Recibió algo más de medio millón de dólares por adelantado, que subiría a un millón cuando completara su trabajo. Caronte le dio una foto de Santos y desde ese mismo momento comenzó su búsqueda. Tenía bastante difícil encontrarle. Lo que pocos podían esperar, es que era Santos el que los iba a encontrar a ellos.
» Todo santo tiene su pasado». Oscar Wilde.
» Pasen por aquí amigos. Les enseñaremos la fábrica por dentro. Han llegado a su destino y a su nueva vida». Caronte estaba dando una bienvenida más a otro grupo de incautos que habían caído en su red. La camada anterior de hondureños, jamás llegó a la fábrica, pues un policía entrometido había interceptado el transporte de aquellos incautos que días después fueron asesinados por orden de José Ruiz para evitar complicaciones en su negocio. Estás vez llegaron dos furgonetas a la puerta de la fábrica. Allí comenzaron a bajar hombres y mujeres, mientras en la lejanía, escondido dentro de un contenedor de basuras, Santos comenzaba un reportaje fotográfico que buscaba algo más allá que hacer justicia. Una vez todos los allí presentes entraron en la manufactura de zapatos, Santos esperó el tiempo suficiente para adentrarse desde exterior por una puerta que había encontrado días antes a que la caravana de muerte llegara hasta allí. Una vez dentro, teniendo en cuenta que él ya sabía cuándo comenzaban a hacer efecto los somníferos que les echaban a en la cena a los futuras víctimas de Caronte, se dirigió a un lugar desde el que pudo fotografiar el macabro espectáculo que allí sucedía cada cierto tiempo. Era el mismo punto en las escaleras de los dormitorios, desde el que pudo observar en el pasado, lo que en aquel maldito lugar ocurría la noche que se salvó. Las operaciones improvisadas, los órganos depositados en frigoríficos itinerantes de alta calidad, y el apilamiento de cadáveres vacíos sobre camillas fueron captados de manera mas que detallada por Santos, no sin correr muchos riesgo en ciertos momentos, pues bajó las escaleras en mas de una ocasión. Cuando ya tenía material suficiente, volvió a la habitación de nuevo y allí se escondió debajo de la misma cama que aquel día le ayudó a escapar de la muerte. Acto seguido escuchó a los secuaces del traficante de órganos decir donde iban a llevar los cadáveres, pues según parecía tenían una fosa común en un almacén de chatarra cercana a la fábrica de muerte. Sacar fotos de aquel lugar también podría ser una buena idea, pero lo importante en aquel momento era no ser descubierto. El terrible trabajo de aquellos hombres terminó, y poco a poco fueron limpiando el lugar hasta irse todos. Era una situación paradójica, pues en la oscuridad de la noche, tras una secuencia terrible de muertes, un hombre volvía a sentirse vivo por primera vez en años. Aquel día terminó con Santos durmiendo en un albergue de una iglesia evangélica de Nuevo México. A pesar de los horrores contemplados durmió profundamente, pues el día siguiente podía ser el primero de su nueva vida.
» Padre bendigame porque he pecado. Cuáles son tus pecados hijo?. » Y el ex marero contó arrepentido su pasado y su presente esperando que Dios le ayudara en sus planes de futuro.
EL Heraldo. Encuentran el cadáver del periodista Bernardo Salazar. En la tarde ayer , el cuerpo sin vida de nuestro querido compañero fue hayado con numerosos signos de violencia dentro de su coche en la calle donde vivía. Fuentes cercanas a la investigación policial señalan a la mara 13 como responsable del deceso, pues ya había sido amenazado con anterioridad por ellos. Desde este periódico lamentamos profundamente su pérdida y rogamos una oración por su alma.
Roma no pagaba a traidores. José Ruiz tampoco lo hizo. Por eso decidió darle trabajo y dinero extra a «el angelito» por encargarse del desleal periodista. El traficante tenía ojos por todos lados y sabía lo que había pasado con el informador. Ahora tenía un nuevo objetivo a la vista. «Creo que debemos dar un pequeño susto a ese comisario insolente. Jorge Zapata creo que se llama. Su insistencia en buscar información sobre lo que hacemos no me gusta. De hecho estoy seguro que fue él quien secuestró al periodista para sacarle algunos datos, pues si hubieran sido mareros los que secuestraron en la puerta del periódico, le hubieran matado. Le diré a » El angelito» que deje de buscar al tipo que se salvó en la fábrica de zapatos para que se ocupe ahora de este maldito policía. Total, el catracho perdido no reviste ningún peligro para nosotros». Caronte no podía estar más equivocado.
» Todo lo que se hace por amor, se hace mas allá del bien y del mal». Nietche
La anciana de tez negra con un pelo abundante y ensortijado, alcanzó una especie de trance tras varias respiraciones profundas. Su cuerpo comenzó a tener extraños espasmos y tras ponérsele los ojos blanco comenzó a hablar con una voz que no la correspondía. » No tienes que preocuparte por tu hombre. Alguien que no está vivo le protege. Tiene un destino por cumplir que le liberará del dolor y la culpa». Paró de hablar, para a continuación añadir. » Mujer, protégete todo lo que puedas. La muerte te ronda. No todos los ángeles son buenos». La chamana garifuna había hablado con claridad a Ana sobre Jorge. La preocupación que tenía por él, la hizo consultar a una abuela medicina de la etnia más exótica del país centro americano. Aquella mujer era la abuela de uno de sus alumnos, y la tenía el cariño suficiente como para recibirla en exclusiva. El mensaje de los ancestros fue alto y claro, y sin embargo, Ana no quiso hacer demasiado caso de la advertencia que la concernía. Estaba tan preocupada por Jorge que no supo ponerse a salvo. Aquel fue un error fatal.
» Un hombre con valor exterior se atreve a morir, un hombre con coraje interior se atreve a vivir». Lao Tse.
Santos arribó al almacén de chatarra del que había oído hablar en la fabrica de la muerte. Decidió visitar el lugar de noche, varios días después de sacar las terribles fotos del último cargamento de seres humanos para evitar encontrarse con alguien. Antes, desde un locutorio usando, una cuenta de mail nueva, envió un buen número documentos a la policía informática. En el correo explicaba su situación legal ( ex marero huido) y la necesidad de protección por los que pudiera ocurrirle después de sacar a la luz tan tremenda trama criminal . Además adjuntaba el número del teléfono que tenía y su nombre y apellidos reales. También exponía la localización del «supermercado» de órganos para que pudiera ser investigado cuanto antes. Aún habiendo hecho ya éste movimiento, quiso hacer un último reportaje para facilitar todavía más datos relevantes a la policía. Llegó andando hasta el ultimo emplazamiento de su terrible investigación, pues la chatarrería estaba cerca de la famosa manufactura de zapatos. Acto seguido comenzó a inspeccionar el lugar para encontrar la macabra fosa común a la que fueron a parar los cuerpos sin órganos de cientos de inocentes seres humanos. Después de un gran número de minutos buscando entre los restos de automóviles, fue consciente de que había un lugar al lado de dos cabinas de camiones cuya arena era más fina de lo normal. Usando el trozo del capó de un coche, comenzó a cavar descubriendo una capa importante de cal viva, a un metro de la superficie. A medida que siguió horadando el terreno, un olor nauseabundo, comenzó a hacerse cada vez más presente. Poco a poco, llegó a descubrir un par de cadáveres en descomposición en parte por las causas naturales, en parte por la acción de la cal. Sacó un par de fotos de tan repugnante hallazgo y volvió a echar la arena y la cal intentando dejar el lugar tal y como lo encontró. Acto seguido envío nuevas fotos en otro correo, a la que en otro tiempo pudo ser su enemiga: la policía. Sólo faltaba recibir respuestas.
» Las mejores acciones, son las hechas sin esperar nada a cambio».
Recibieron dos correos en menos de una hora denunciando una situación terrible que se estaba produciendo en suelo americano. En menos de cinco minutos FBI, DEA y CIA estaban al tanto de la situación, y movilizaron a agentes en la zona. En algo mas de media hora, se desencadenaría la tormenta perfecta.
» No todas las tormentas llegan a perturbar tu vida, algunas vienen a despejar tu camino».
Ana llegó a casa tras consultar a la abuela Garifuna. Eran las doce del medio día. Jorge no tardaría en llegar pues había trabajado de guardia. Estaba deseando contarle lo que le había vivido en aquella cabaña junto a la sabia mujer. Llamaron a la puerta. ¿Sería Jorge?. Había veces que se olvidaba las llaves en casa. Al abrir un golpe en la cabeza precedió a una gran la oscuridad.
» Quien ejerce el mal, habla de si mismo». Proverbio.
«El angelito» llevaba rondando la casa del comisario Zapata varias horas. Todavía no estaba en casa. Pero si las informaciones de los policías corruptos eran buenas, no tardaría en llegar. La que si estaba en la residencia era una bella mujer, que había llegado unos minutos antes. «Será su pareja» intuyó el sicario. Así que ideó el juego perfecto para completar el encargo. La raptaría a ella primero, para poder tener al implacable agente después. Bajó del coche, se dirigió a la puerta del domicilio y llamó. En cuanto la joven abrió la puerta la golpeó con la culata de la pistola dejándola inconsciente. Luego la pasó a la casa, y la esposó a un mueble. Estaba seguro de que en pocos minutos cumpliría con su misión.
Fue entrar en casa, y en poco tiempo darse cuenta que algo no andaba bien, pues Ana no había contestado a su saludo, cosa que no ocurría nunca. Al llegar al salón, pudo comprobar horrorizado que su pareja estaba amarrada a una estantería como si fuera un animal. Fue lo último que pudo atisbar antes de caer inconsciente por el culatazo de una Magnum comprada en el mercado negro. Cuando abrió los ojos no pudo ver nada. Le habían puesto una capucha en la cabeza y le transportaban dentro de un coche.
» La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto». Johann W. Goethe.
«No los mates todavía. Estoy en los Estados. Después de la última «cosecha» me quedé haciendo unos negocios por aquí. Tráelos hasta la fábrica de zapatos que tengo en Nuevo México. Voy a aprovechar sus órganos y de paso, voy a divertirme mucho con esta situación. Después de las molestias que se ha tomado el señor Zapata para atraparme esto se ha convertido en algo personal. Sólo por traerle con su pareja creo que te voy a pagar cuatro veces lo que te prometí». Caronte colgó el teléfono relamiéndose en su maldad. Una vez más tenía la situación controlada, y una vez más la moneda había salido cara. José Ruiz nunca perdía.
Después de un viaje de dos días en algún tipo de vehículo, la bajaron de él con las manos atadas. Lentamente la fueron introduciendo dentro de algún tipo de edificio pues sintió un cambió de la temperatura y en el roce del aire en su piel. Poco después, la amarraron a una columna para a continuación quitarle la capucha que llevaba puesta. Al principio la imagen que pudo observar era bastante borrosa, pero en el momento que pudo enfocar se dio cuenta que en frente de ella estaba atado Jorge. Tenía los ojos abiertos permanentemente porque le habían puesto un objeto que le impedía cerrarlos y además de ello tenía la boca tapada. La cara de terror con la que la miró la hizo sentir que algo muy grave estaba a punto de pasar. Con ellos, había dos hombres. El primero era bastante joven por los rasgos aniñados que se le intuían. El segundo era de la edad de Jorge y por la forma de moverse y de sonreír parecía llevas la voz cantante. A los pocos segundos, se acercó a decirle un pequeño discurso en oído a Jorge. Este inmediatamente después, comenzó a soltar los gritos que podía dar alguien con la boca tapada. Acto seguido, aquel personaje se acercó al hombre joven para darle una serie de instrucciones, y al finalizar llegó hasta la altura de Ana, a la que quitó con brusquedad los pantalones y la blusa que tenía puestos. Ella que si podía comunicarse acertó a decir » pase lo que pase ahora, te querré siempre Jorge» mientras unas lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos. A continuación cerró los ojos entregándose a su destino, rezando para que todo pasara lo mas rápido posible.
» La crueldad es la fuerza de los cobardes». Proverbio árabe.
Caronte se presentó ante el comisario Zapata poco después de que «El Angelito», le hubiera atado a una columna de la fabrica de zapatos. Minutos antes y justo después de sacarle del coche que le había llevado hasta allí, el sicario le había molido a palos en el suelo del lugar por orden del traficante de órganos, rompiéndole varias costillas tras propinarle patadas y pisotones a partes iguales. » Amigo nos volvemos a encontrar después de un tiempo. ¿Quién nos lo iba decir verdad?». Habló socarronamente José Ruiz. «El aparato que llevas en los ojos desde hace dos días es para que no puedas cerrarlos. Dame las gracias por no haberte dejado dormir, lo he hecho para que no pierdas detalle de lo que tengo preparado para ti. Además queda lo mejor para el final.» La crueldad y el sadismo de Caronte no tenía límites. Acto seguido el joven compinche del monstruo entró con una joven encapuchada en la misma sala, amarrándola al pilar que se encontraba justo enfrente de Jorge Zapata. » ¿Comisario Zapata es usted celoso?. Tiene usted una mujer muy bonita. Entre amigos siempre hay que compartir, y usted y yo somos amigos ¿verdad?.». Tras decirle estas palabras al oído Jorge Zapata trato de gritar, mas tenía la boca completamente tapada con cinta americana y solo pudo emitir ruidos inconclusos. » Cuando empiece a jugar con ella quiero que le vayas realizando pequeños cortes en diferentes partes de su cuerpo, para que se desangre mientras ve el espectáculo. Por favor que su muerte sea lenta y dolorosa.». Fueron las ultimas ordenes que Caronte dio a » El Angelito» antes de acercarse a la mujer para saciar sus instintos. El psicópata tenía muy claro lo que cosas le producía placer. De hecho, sabia que iba a disfrutar mucho con lo que tenía entre manos, pues para él, aquella situación, era como un parque de atracciones para los niñ@s.
Llevaba dos días sin descansar, con un aparato en la visión que a estas alturas ya le había provocado heridas oculares y con la boca tapada por completo. Además estaba esposado, y para colmo había sido golpeado mas de una vez en el tiempo que habían tardado en realizar un trayecto por el desierto en todo terreno. Sin embargo a pesar del dolor y de todas las torturas recibidas, toda su preocupación era lo que podía haberle pasado a Ana, pues la ultima vez que la vio fue aprisionada inconsciente en el salón de su casa. Tras llegar a una especie de fabrica, le bajaron del coche y tras someterle a una nueva paliza, le ataron a una columna. Allí estaba Caronte físicamente, aunque en realidad, en cierta forma le había acompañado durante todo el viaje pues llamaba constantemente a » El Angelito», para darle ordenes sobre lo que tenía que hacerle. Tras acercarse a Jorge y realizar una cínica bienvenida, Caronte se sacó el ultimo as de la chistera haciendo aparecer a Ana para ponerla en frente de él. Quería infligirle el mayo daño posible y lo estaba consiguiendo con juegos mentales dignos de su psicopatía. Entre el dolor, el cansancio y la tensión emocional Jorge no pudo soportarlo más y se desmayó justo en el momento en el que aquel monstruo le quitaba la ropa a Ana con nauseabundas intenciones. Todo había llegado a su fin.
» El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos». Arthur Shopenhauer.
» ¡¡Estamos en el interior de la fabrica!!. Aquí hay cuatro personas. Dos de ellas están tumbadas en el suelo con heridas muy graves. Puede que estén muertas. ¡¡Enviad ambulancias!!. ¡¡Repito!!. ¡¡Enviad ambulancias!!. Estamos a la espera de saber quien es la persona que nos ha mandado los mails con aquellos documentos, y qué nos ha llamado con posterioridad». El agente jefe de la DEA que dirigía la operación informaba a sus superiores de lo que habían encontrado. Todo parecía acorde a lo que el informador les había dicho, lo que los federales no podían imaginar ni por asomo era lo aquel día se encontraron en aquella maldita manufactura, pues mas bien parecía una broma del destino.
» Ninguna lengua es capaz de expresar la fuerza, la belleza y la heroicidad de una madre. Anónimo.
» No es el final mi niño. Esto no es el final». Quizás Jorge estaba muerto pues a quien estaba viendo delante de él mientras le abrazaba era a su madre desaparecida. «Regresa mi pequeño. Todavía tienes muchas cosas por vivir. No te preocupes por mi. Estoy muy bien». Jorge sonrió a mamá y tras dejar de abrazarla y despedirse de ella, un joven de unos quince años le tocó la espalda, diciéndole » tranquilo estás a salvo yo protejo». Se trataba del chico que murió en su presencia el día que trató de defenderle de unos mareros con un bate. El chico le tendió la mano. Tras dársela para acompañarle donde el joven le quería llevar, Jorge sintió que aquel chaval había estado mucho tiempo a su lado. ¿a que se debía?. » Por favor no te olvides del cromo» fue lo ultimo que escuchó decir a aquel muchacho justo antes de que el comisario recuperara la conciencia y viera que sobre él estaba Ana llorando tratando de hacerle despertar. ¿Sería verdad que no estaba muerto? .
» No tiene nada de malo sentir miedo, siempre y cuando no te dejes vencer». Capitán América.
» Por favor vengan enseguida. Soy la misma persona que hace unos minutos les envié unos archivos sobre una trata de tráfico de órganos. Hay alguien en la fabrica. ¡¡Vengan cuanto antes!!». Al llegar a la puerta de la manufactura tras realizar las fotos de la fosa común del desguace, Santos se llevó una tremenda sorpresa al ver unos vehículos en la puerta. De hecho uno lo reconocía como en el que llegó él a Nuevo México. Por eso decidió ponerse en contacto por teléfono con las autoridades directamente. Una vez dadas las coordenadas exactas un dilema moral surgió en su interior, pues unos días atrás se había prometido que las fotos que hizo serían las de las ultimas personas que caerían en aquel lugar de muerte, sin embargo la situación había podido cambiar, y era probable que otras personas estuvieran en peligro. ¿Qué haría Santos ahora que todo se le ponía de cara?. ¿Esperar a los agentes o intervenir por si alguien necesitaba ayuda?.
Las ambulancias llegaron y se llevaron a los heridos de gravedad, sin embargo tras finalizar la operación, la DEA no llegó a identificar al informador o la fuente que les había puesto sobre la pista. Taciturno el jefe de la misión se dio un paseo por la fabrica. Al llegar a la altura de la habitación se encontró con un hombre muy nervioso sentado sobre una cama que en el pasado había sido muy importante para él. Aquel ser humano que allí estaba era Santos. » Soy el informador. Me gustaría contar lo que ha pasado».
» Solo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones del heroísmo». Séneca
Las risas de Caronte inundaron toda la nave, pues ver como el comisario Zapata yacía inconsciente, desmayado, por no soportar la situación que estaba viviendo, le llenaba de regocijo. «Creo que voy a disfrutar aunque no tenga publico. Esta belleza no merece que la haga esperar». Todo pasó muy deprisa pues en el mismo momento en el que José Ruiz puso la mano en uno de los muslos de Ana, un hombre aparecido de la nada con un bate en mano arremetió contra él con una virulencia inusitada. Caronte no sabía quien era, pero parecía que quien le atacaba si le conocía. Antes de que » El Angelito» pudiera reaccionar en defensa de su empleador, el mismo hombre embistió con gran velocidad golpeando sin piedad al sicario, dejándole mal herido en el suelo. Ambas alimañas habían perdido el sentido por los impactos propiciados por aquel héroe anónimo. Después de la golpiza el desconocido se acercó a Ana, liberándola para posteriormente también a ayudar a liberar a Jorge de su columna. Ana compungida tumbó a Jorge en el suelo tratando de hacerle despertar. A los pocos minutos volvió en sí bastante desorientado pues ya no tenía la tortura que llevaba en los ojos ni la boca tapada con cinta americana. Justo cuando quiso articular palabras, un grupo de agentes de la DEA, FBI y la CIA, entraron en la fabrica. Jorge y Ana se habían salvado de milagro. O no tanto.
Sin saber porque, el recuerdo de su amigo de la infancia Juan le vino a la cabeza a Santos, lo que le hizo armarse de valor para intervenir en aquella situación. De manera sorpresiva desde el escondite en el que se encontraba atisbó un bate de baseball entre la basura, y armado con él, decidió entrar en la fabrica llegaran o o no las fuerzas del orden. Entro sigilosamente pudiendo observar dos personas atadas a dos pilares enfrentados. También reconoció al coyote que meses antes le había engañado para llevarle hasta allí. Con él había un joven que no sabía quien era. Pronto se dio cuenta de las intenciones de aquel monstruo, y antes de que actuara con la maldad que ya conocía de él, salió de su escondite bate en mano, ajusticiando tanto al coyote como a su secuaz de una manera directa y contundente. Acto seguido ayudó a liberarse a quien resultó ser una pareja de enamorados, para después irse a la habitación en la que se escondió en el pasado para salvar la vida, en busca de calma y sosiego. Allí espero a que los agentes de la DEA llegaran para informarles de todo lo que en aquel maldito lugar había pasado.
» Se que suena poco creíble señor, pero uno de lo heridos graves de la fabrica, es el cerebro de la trama de trafico de órganos de la que nos han informado. Un tal José Ruiz Caronte, y el otro es uno de los mas famosos sicarios de la frontera, buscado hace años por el FBI, apodado «El Angelito». Lo mas curioso es que quien los ha abatido ha sido nuestro informante que a su vez es un ex marero de Honduras. Para completar la carambola decir que ambos criminales tenían como rehenes a un famoso comisario hondureño y a su pareja. Si señor, lo sé parece una telenovela». El agente jefe aquella misión no salía de su asombro, parecía que en el final de aquella historia había intervenido una mano divina.
MESES DESPUÉS
» Todo aquello que amas, es probable que lo pierdas, pero el amor siempre vuelve a ti de manera diferente. Kafka.
El Heraldo. La operación Caronte sigue causando estragos. El escandalo del tráfico de órganos se lleva por delante al Jefe de la Policía de Honduras, así como al ministro de interior, y a un grupo de periodistas. En su lugar se ha nombrado como nuevo responsable de las fuerzas del orden, al honorable Jorge Zapata, al formar parte importante de la operación para desenmascarar tan terrible trama.
Santos estaba leyendo el periódico sentado en un banco del Parque Central de San Pedro Sula. Aunque no pudo asistir muy de seguido a la escuela, era un hombre muy inteligente que aprendió a leer casi de manera autodidacta. Estaba en Honduras de visita con un aspecto difícil de reconocer para los mareros que le habían obligado a abandonar el país. En Estados Unidos había empezado una nueva vida montando un Restaurante de comida latina pero echaba de menos la patria y a los amigos. A los pocos minutos de estar por allí apareció con dos refrescos de cola, ni mas ni menos que el nuevo capo de la policía catracha. Jorge Zapata. Se saludaron con un afectuoso abrazo pues después de aquel tremendo día en la fabrica de Nuevo México se hicieron casi hermanos. De hecho el otrora comisario le había convocado allí para darle algo muy importante. Una invitación de boda. Fue en el momento en el que Jorge abrió la cartera para darle el recordatorio del enlace con Ana a Santos, cuando de manera fortuita un cromo de Ronaldo Nazario del mundial de 2002 cayó al suelo. La cara de impacto del ex marero pilló por sorpresa a Jorge. ¿»Qué te pasa hermano? ¿has visto un fantasma?» Preguntó Zapata » Por favor mira si por detrás, el cromo tiene una dedicatoria». » Claro que la tiene». Añadió el policía con ternura siendo consciente en ese momento de que a quien tenía delante era el Santos que firmó dicho cromo y se lo regaló a una persona que también a la postre cambió la vida de Jorge en un instante. Y en aquel parque en el que años atrás dos amigos se despedían con un cromo, el cromo volvía a manos, de su dueño, como si el mismo Juan se lo hubiera devuelto, y aunque el abrazo en el que se fundieron después Jorge y Santos estuvo cargado de lagrimas, en un banco cercano a ellos el alma del joven Juan sonreía sintiendo que su misión se había cumplido.
Que no te tapen los ojos
Ojo con la corrupción y la incomprensión
La indiferencia y la delincuencia
Que con frecuencia ninguno se encuentra en esta nación
Ponele mucha atención a esta canción de corazón
Es más lo bueno que aquí tenemos
Más los que queremos, creemos en esta tierra
Es una bendición
Mira a Honduras con otros ojos
Que esta es tu tierra
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Mira a Honduras con otros ojos
Tienes que quererla
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Que no te tapen los ojos
La deforestación y contaminación
La pobreza, injusticia y bajeza
Que con frecuencia ninguno se encuentra en esta nación
Ponele mucha atención a esta canción de corazón
Es más la riqueza, grandeza, nobleza y más la belleza
Que hay en esta tierra es una bendición
Mira a Honduras con otros ojos
Que esta es tu tierra
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Mira a Honduras con otros ojos
Tienes que quererla
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Mira a Honduras con otros ojos
Que esta es tu tierra
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Mira a Honduras con otros ojos
Tienes que quererla
Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla
Este relato es un homenaje al pueblo catracho y a todas las personas que han muerto por causas violentas en aquellas tierras. Honduras es un paraíso bellísimo que no puede ser opacado por las personas que han decidido transformarlo en un país lleno de violencia. Que las buenas gentes que allí habitan muestren al mundo lo bonita que es la tierra de Francisco Morazán.