El Diario de John

Podemos ser héroes,
solo por un día.
Podemos ser héroes.

David Bowie – Heroes

Un conflicto había estallado en la lejana Asia, y Tom, había decidido participar en él. Llevaba diez años de soldado en el ejército de la patria que tanto amaba. Las barras y estrellas adornaban su casa, y seguía con fe ciega  los  ideales que creía representaban el país de los sueños y los valientes. Siempre quiso formar parte del ejército pues se consideraba un hombre de honor, que amaba a su tierra por encima de todo. Era de los reclutas más mayores de los regimientos que desplazarían  los Estados Unidos en busca de una victoria que jamás sería celebrada. El compromiso de instaurar la libertad y la democracia en otras latitudes, le cegó de tal manera, que partió a la guerra sin pensar en la familia que había formado. Tom estaba casado con Juliet, su novia de toda la vida. Además, acababa de ser padre de Alfred, un niño gordito y sano cuya sonrisa aparecía cada vez que papá estaba cerca. Sin embargo, la frescura del pequeño no fue suficiente para encontrar la paz. La mañana nublosa del 8 de Noviembre de 1967, Tom marcho en busca de la gloria, y se encontró con el infierno.

¿Te han traido para negociar
tus heroes por fantasmas?
¿ Cenizas calientes,por arboles?
¿Aire caliente por una brisa suave?
¿El confort frio, por el cambio?
¿Cambiaste un papel de extra en la guerra, por uno protagonista en la celda?
¡¡Como deseo, como deseo que estuvieras aqui!!

Pink floyd. I wish you were here.

Eran dos hermanos muy unidos. El padre murió de cáncer de pulmón cuando el pequeño apenas gateaba. El primogénito  (John) se convirtió en la referencia de la casa, y por ende, en el mentor, padre, y protector del menor ( William). Sentían total adoración el uno por el otro.

Con los años los lazos se hicieron más fuertes si cabe, pero llegada cierta edad, John empezó a distanciarse tanto de su madre Katelyn como de William. Un aspecto preocupado y distante, fue evolucionando hacia una actitud triste y sombría que desembocó en la peor decisión que podía tomar: alistarse a filas para participar en la Guerra de Vietnam.

La mañana nublosa del 8  Noviembre de 1967 John marchó. Nunca regresaría a casa. Un mortero partió en dos su vida y a su familia.

William quedó huérfano por segunda vez, y Katelyn  tuvo que sobreponerse a la pérdida de un hijo.

 

Mamá, entierra mis armas en el suelo 
ya no las puedo disparar 
esta fría nube negra viene bajando 
siento como si estuviera golpeando 
a las puertas del cielo 
golpeando a las puertas del cielo

Knocking on heavens door. Bob Dylan.

El regreso de Vietnam fue tan terrible como la misma guerra. No hubo apenas recibimientos, ni homenajes a los hombres que retornaron vivos del infierno de la guerra. Más en este caso los supervivientes no se consideraron afortunados. Jóvenes que no llegaban a los treinta años, se  alistaron en el mejor momento de su vida para poner solución a un conflicto que nunca comprendieron. Creyeron que iban  a un parque temático parecido a Disneyland. Sin embargo muchos allí, encontraron la muerte, o en el mejor de los casos un Pasaje de los Horrores continúo en el que los protagonistas desmembrados de la atracción eran amigos o compañeros de fatigas. En aquel país en el que nada se les había perdido, paradójicamente, perdieron la humanidad.

 

Tom fue uno de los » afortunados» que regresó con vida de la mayor derrota de la primera potencia mundial. Formaba parte de los llamados veteranos de guerra. Una palabra poco coherente para definir a hombres jóvenes, tullidos física y psicológicamente. Tres años había sufrido el soldado lo que parecía una  castigo divino, más a su regreso, comprobó que la pesadilla no había terminado . Al llegar a casa, encontró que Juliet había rehecho su vida.

A los terribles sueños nocturnos basados en el calvario bélico, se unió el impacto emocional familiar. Se sentía doblemente decepcionado. Por un lado Vietnam supuso una perdida de fe en los ideales que tenía, y por otro el pilar afectivo sobre el que se sustentaba se había derrumbado hasta las cenizas.

Tom no pudo soportarlo. Renunció a sus derechos como padre, comenzando a vivir en las calles de la ciudad que le había visto nacer y crecer. Se convirtió en vagabundo. Quizás el único sin techo en el mundo, condecorado como héroe de guerra. Aunque eso ya no lo sabria nadie.

Para él, la medalla recibida era un recordatorio doloroso de su doble fracaso en la vida. Por ello, y como autotortura, la llevaba siempre puesta.

Viviendo debajo de un puente, solo, sin autoestima, y sin saber hacia dónde dirigirse, encontró compañía en el alcohol. Nada quedaba del patriota e idealista Tom. Su cuerpo seguía vivo, pero sin fuerza, luz y dirección. Era como una especie de espectro. El espectro Tom.

 

William creció junto a su madre Katelyn. Los dos referentes masculinos que tuvo habían muerto y con ellos gran parte de la fuerza de William.

En la etapa escolar sufrió Bullying. No sabía defenderse. Con los años decidió apuntarse a clases de boxeo y otros deportes de combate. Para reivindicarse, se convirtió en un tipo duro, que acabó por apalizar violentamente a todos los que le dañaron en el colegio.

Era un imán para los problemas. Katerin no sabía qué hacer con él. Tenía miedo a perderle como perdió a John.

Will acabó rodeándose de personas de dudosa reputación. Sus amistades eran un grupo de matones de gimnasio que trapicheaban con drogan además de robar en tiendas de electrodomésticos. William era uno más. Se sentía perteneciente a aquel grupo, aunque fuera una jauría humana.  En el olvido quedaban los recuerdos de su padre y su hermano. Tenía ocupada la cabeza con pensamientos de odio hacia la vida y hacia el Dios que pudo crearla.

Un día normal en las calles, la pandilla se reunió para distribuirse las áreas de venta de drogas en la ciudad. A William le tocó ir a los suburbios. El extrarradio de la metrópolis, era un lugar donde yonkis, prostitutas y vagabundos, no acertaban a convivir. Aquel barrio era lo más parecido a un avispero agitado.

 

Hola oscuridad, mi vieja amiga 
He venido nuevamente a hablar contigo 
porque una visión deslizándose suavemente 
dejó sus semillas mientras yo dormía. 
Y la visión que fue plantada en mi cerebro 
aún continúa 
Dentro del sonido del silencio.

The sound of silence. Simmon and Garfunken.

 

El alcohol y la calle le acompañaban desde hace quince años. Compañía oscura y siniestra la que le trajo la soledad. En un momento de la vida alguien a quien no recordaba, le dijo a Tom:

» Ten fe, las horas más negras del día, son las anteriores a salir el sol».  Por suerte para él, la frase iba a comenzar a sucederle.

Una noche en la que un par de yonkis trataban de conseguir de manera gratuita los favores sexuales de una prostituta, el interior de Tom se iluminó por unos instantes con el idealismo de otros tiempos. Se arrojó contra los dos bribones, que querían someter a la indefensa mujer consiguiendo el objetivo. La prostituta consiguió huir. A cambio Tom recibió una nueva condecoración en forma de patadas y golpes de los toxicómanos. La paliza le hubiera costado la vida de no haber sido por la intervención de un joven camello, bate en mano. Tom había tenido suerte.

 

Tenemos poder,

Somos divinos,

Tenemos la capacidad

De leer las señales.

Helloween. Power.

 

 

William se encontraba dentro de una ambulancia que avanzaba a gran velocidad en busca de un hospital. Sostenía la mano de un vagabundo desconocido cuya solapa tenía una medalla de guerra. Acababa de defenderlo de una muerte segura. Era curioso comprobar cómo  fuego del amor le volvía a arderle en el corazón.

Una vez el sin techo fue ingresado, William se hizo pasar por su hijo. En cierta manera podría serlo. Pagó por adelantado los costes del internamiento. La venta de droga le daba para vivir muy bien. Aquel hombre maltrecho debía ser operado de la cabeza. Tenía un traumatismo craneal derivado de la violencia recibida. Además, debería permanecer un tiempo ingresado para superar la adicción al alcohol. William recogió la mochila y la ropa del vagabundo para que pudiera ser operado. Con la medalla del desconocido en la mano, y después de muchos años, volvió a recordar a John, su hermano.

 

..si algún día Dios te llama,

para mí un puesto reclama

que a buscarte pronto iré».

Y en el último beso que le enviaba,

su postrer despedida le consagraba:

Por ir a tu lado a verte,

mi más leal compañera,

me hice novio de la muerte,

la estreché con lazo fuerte

y su amor fue mi Bandera.

Himno Legión española.

Tom despertó en una cama de hospital. A su lado un joven de rostro familiar le observaba atentamente.

» Mi nombre es William. Un par de drogatas casi te matan a golpes. No te preocupes por tu estancia aquí. Está todo pagado. Es lo menos que puedo hacer por el daño que hacen las drogas que vendo». » No sé si darte las gracias o enfadarme contigo por no haberme dejado morir». Respondió Tom entre temblores. El síndrome de abstinencia había comenzado, pues ya eran varios jornadas sin consumir alcohol.

Los días siguientes, William los pasó casi por completo en el Hospital. Katerin temía que andará en algún asunto más turbulento de lo normal. Más bien era todo lo contrario. El acompañamiento fue alejándole poco a poco de la calle y sus amigotes. Muchas noches Tom deliraba por la fiebre pronunciando frases inconexas sobre el lugar que le había cambiado la vida: Vietnam.   William las escuchaba consciente del infierno que tuvo que vivir, tanto él como su hermano John.

El periodo de abstinencia llegaba a su fin, pero no por ello el joven dejó de visitar al sin techo. A Tom le ayudaba hablar con William sobre su vía Crucis particular. A William le gustaba escuchar lo que Tom le contaba pues traía a su hermano John al presente. Antes de conocer al vagabundo, William había empezado a olvidar como era la cara del que fuera su referente masculino.

Un día, el excombatiente, en un momento de lucidez, fue consciente de porque le resultaba familiar el rostro del joven benefactor. » Will ¿tuviste algún hermano mayor en Vietnam?». Sacudido por la pregunta el chico contestó titubeante «si».

» Conocí a un chico llamado John al que te pareces mucho. Le tenía en mi regimiento». El escuchar estas palabras a Will se le formó un nudo en la garganta. No quiso intervenir así que Tom prosiguió.» Era un joven tremendamente valiente. Casi temerario diría yo. De hecho murió en una misión casi suicida en la que muy pocos soldados se atrevieron a participar. Con el tiempo nos dimos cuenta que no era valentía lo que le guiaba sino ganas de morir. Encontré su diario días después de ser abatido. En él, contaba, que la mujer de la que estaba enamorado había muerto meses atrás fruto de un cáncer de pecho. Desolado y destruido decidió alistarse para buscar una manera de reunirse con ella. Según pude leer, la acompañó hasta la muerte, y quiso acompañarla más allá»

Will se derrumbó por completo en lágrimas. Tom le abrazó como hacía mucho tiempo que no abrazaba a nadie. El destino hizo que se encontraran para sanar unas heridas de guerra que los habían alejado de la vida. Desde aquel encuentro, jamás caminarían solos.

 

Quiero ver lo que la gente ve
quiero sentirme como me sentía antes
quiero ver el reino venir
quiero sentirme siempre joven
quiero cantar
cantar mi canción
quiero vivir en un mundo al que pertenezco
quiero vivir
sobreviviré
y creo que no será muy largo
si volvemos, volvemos…
entonces quizá aprendamos

Travis. Turn

» El diario de John, ¿es una novela basada en sus vivencias en la Guerra de Vietnam, o existe un documento como tal de un soldado que lo vivió?» Interrogó el periodista. Tom miro a William que se encontraba entre el público. Este le asintió con la cabeza sonriendo. » John fue uno de tantos hombres que murieron en un lugar del mundo que ni siquiera conocía. Lo que  hace diferente y humana esta historia, es los motivos que le acercaron al conflicto. Otros creímos en patria y bandera, y olvidamos el amor. Creo que John al final logró lo que quería. Se reunió con Mery».

«¿Qué opina de las instituciones religiosas que acusan a su obra de alabar el suicidio?. » Les diría que leyeran el libro. Si algo ha traído la vida de John a los que estuvimos cerca de él, es una nueva oportunidad».

Desde el público asistente a la presentación del libro surgió un aplauso, que comenzó  un emocionado William seguido de Kateryn su madre.

En los años posteriores, la obra El diario de John llego a cifras de bestseller. Tom fue un escritor de renombre hasta el fin de sus días, además de un afamado conferenciante especialista en alcoholismo y depresión. William se convirtió en experto en defensa personal, siendo guardaespaldas de numerosas personalidades. Además, fue el mentor de muchos chavales que como él, perdieron referencia en la vida siguiendo el camino de la violencia. Con los años se casó y tuvo dos hijos. A uno le llamó, John y a otro le puso el nombre del abuelo: Tom

 

10 de Enero de 1969.

Querida Mery.

Te echo de menos. Los sonidos de las balas y los lamentos de mis compañeros heridos no son obstáculo para recordarte. En días como hoy también echo de menos a mí hermano el pequeño Will. Mañana tengo una incursión peligrosa en tierras defendidas por el vietcom. Me siento dividido. Por un lado me gustaría salir de aquí y volver a casa con mi madre y con Will, y por otro siento que quiero reencontrarme contigo más allá de la luz. Qué sea lo que Dios quiera. Tengo fe, pues las horas más negras del día son las anteriores a salir el sol.»

Extracto El diario de John.

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