Nacieron a los siete meses, formándose en la misma bolsa gestacional. Eran gemelos. Por lo precipitado de su llegada al mundo uno de ellos peso un kilogramo al nacer, mientras que el otro ya estaba desarrollado. Aquel nacimiento marcó la pauta de lo que iba a suceder a lo largo de su historia de vida. Mientras que el mayor creció fuerte y fiero, el pequeño se desarrolló sensible y empático.
El primogénito llamado Arkani se convirtió en guerrero del ejército Vikingo de las tierras que hoy se conocen como Noruega. El pequeño llamado Kasper desarrolló una vida como agricultor orientada a suministrar de alimento a los vecinos de la región.
El soldado era famoso por determinación y capacidades en combate. Era un arma humana.
El cultivador no era tan conocido como su hermano, pero estaba tan en comunión con la naturaleza que las cosechas en las que trabajaba eran abundantes y nutritivas. Las tierras que trabajaba abastecían a gran parte del condado quedando su labor en secreto. Arkadi desconocía los dones de Kasper, y además le repudiaba. Desde muy temprana edad, lo trató con desprecio y lo humilló. Su hermano era débil y pusilánime. Lo peor, es que las gentes de la aldea, imitando el ejemplo del guerrero vikingo, también despreciaban al agricultor, haciéndole sentir inútil.
El pequeño de los hermanos comenzó a creer que no servía. Por fortuna, no todo el mundo pensaba de la misma manera, pues sus padres conocían el talento natural de Kaper para comprender la fertilidad de la tierra, basado en un conocimiento muy profundo de la creación y de la vida.
Los años fueron pasando y las luchas entre las tribus nórdicas no se hicieron esperar. Los Vikingos de la actual zona de Dinamarca y Suecia, establecieron alianzas para conquistar el territorio Noruego. Trás la batalla de Svolder ambos ejércitos escandinavos fueron ganando terreno sitiando la tierra natal de Arkany y Kasper. Ante la misma situación el guerrero se convirtió en general de las tropas de Trodheim, y el agricultor centró sus esfuerzos en sacar adelantes numerosas cosechas a pesar de las bajas temperaturas.
Arkadi sabía que la derrota era cuestión de días, con suerte cuestión de meses. Aunque el valor, determinación y capacidad de estrategia le habían hecho generar más de una emboscada al enemigo, era consciente que el rival les superaban en hombres y armas. Si habían aguantado el envite adversario hasta ahora, era gracias a que las provisiones de alimento nunca acababan. Resultaba increible, pero tanto frutas como verduras, llegaban en muy buenas condiciones y en el momento que eran necesarias. No tenía mucha fe en seguir siendo abastecidos de la misma manera en los siguientes meses pues se acercaban el invierno. Mas había un rayo de esperanza. Si el alimento seguía sin escasear, los vikingos noruegos podrían creer en el milagro de la victoria.
Kasper como campesino no portaba armas. Podría haberlo hecho, pues pertenecía a la clase social que tenía derecho de elección sobre su ocupación, más el prefería escuchar los susurros de la vida.
Los carros con cuerpos de hombres muertos, no paraban de llegar al condado. Se había convertido en una terrorífica rutina observar a mujeres y niños recibir al marido y padre inerme, atravesado por el metal de una espada. El agricultor contemplaba horrorizado el tétrico espectáculo, mas sabía, por su conexión con la existencia, que dichos cuerpos enterrados podían generar un mal mayor en las gentes de Noruega. Las repercuisones producidas por las muertes en guerra eran muy oscuras y atraían desgracias.
El intuitivo gemelo elaboró un ritual de trasmutación quemando los cuerpos. Una vez lo realizó, usó las cenizas para nutrir la tierra. El resultado fue increíble. En un paisaje casi congelado, crecían plantas y flores de una manera frondosa. Kasper, transformó una energía mortal en una energía vital.
Los días fueron pasando. El frío Otoño, dió paso al gélido invierno. Suecos y Daneses acusaron las temperaturas y sobre todo el hambre. Ante esta situación y las continuas emboscadas del ejército de Arkadi, decidieron abandonar el sitio de aquellos lugares aún siendo superiores en número de soldados.
El milagro que en algún momento llegó a vislumbrar el ejercito noruego se había producido. Habían protegidos aldeas, y condados. Habían puesto a salvo sus raíces.
El regreso de las tropas noruegas no se hizo esperar. Por cada poblado que pasaban eras aclamados y recibidos como héroes. El general no se prestó a aquellas lisonjas. Sabía que la batalla se había ganado desde otro lugar, por ello no se dejó llevar por la euforia de los paisanos en el retorno a casa. Los héroes de aquella defensa habían sido campesinos, no soldados, y era a ellos a los que debían tratar con honores.
Arkadi, retornó al hogar familiar, desmontó del caballo y se dirigió a saludar a sus padres. » ¡¡ Mi gran guerrero ya está en casa!!.. Creí que la próxima vez que nos veríamos seria en el Vahalla». Exclamó el padre orgulloso. » ¡¡Mi pequeño gran hombre!!. Sentí te iba a perder. » Añadió la madre. El valeroso vikingo se arrodilló ante sus progenitores. «Aquí estoy. Os honro por la vida que me habéis dado y por las vidas que he salvado». Poniéndose de pie los abrazó.
Una vez se instaló en la casa, salió a dar un paseo por
los lugares que le habían visto crecer y que tantas veces había recorrido. Era ya de noche. A lo lejos observó un tremendo vergel de árboles frutales y de arbustos con flores, que no estaban ni congelados ni cubiertos por la nieve. Supo entonces que en aquel lugar se había gestado la victoria Noruega. Paseó por el frondoso «oasis» vegetal, sorprendido de lo que estaba viendo. Las sorpresas no pararon ahí.
» Hermano. ¿Qué tal el viaje de vuelta?». Un hombre con su mismo rostro, altura, y con diez kilos menos de musculatura le saludaba amablemente.
» ¿Kasper?. ¿Qué hace un cobarde como tú a estas horas de la noche ? Pensé que estabas en la cama, durmiendo, a salvo. Supongo que en este tiempo es lo que has estado haciendo mientras un montón de hombres morían para protegerte.»
La dureza de las palabras de Arkadi hirieron a su hermano como en otras ocasiones.
» Nunca he sido un guerrero. No he tenido esa vocación. No soy ni menos valiente ni menos hombre que tú por ello».
» ¿Me estás desafiando gusano?». La conversación había subido de tono.
» Adelante. ¡¡Pégame, despréciame, como en otras ocasiones!!. ¡¡¿Cuándo te vas a dar cuenta que el enemigo es el que has dejado atrás en el campo de batalla y no yo?!!. ¡¡Solo quería saludarte y saber cómo estabas!!. ¿Sabes?. Eres mi hermano. Siempre te he admirado. Me hubiera gustado tener tu fuerza y determinación. Pero no soy como tú y por eso me tratas con desdén. ¡¡No merezco esto!!. ¡¡Nunca lo merecí!!.». Kasper rompió a llorar y se alejó corriendo del lugar de encuentro. Aquel día, después de muchos años, el guerrero por fin había sentido el dolor de su hermano y una gran tristeza le invadió el corazón. Nunca le había comprendido, y tenía la sensación de que no conocía en realidad al sabio agricultor.
Arkadi estuvo un tiempo más paseando por aquel milagroso lugar, pensando en la relación con su hermano. Al regresar a casa el padre de ambos gemelos estaba esperando en la puerta.
“ ¿Vienes de ver las tierras más fértiles de Escandinavia? . Aquella zona es un espectáculo de la naturaleza. Kasper ha dedicado toda su vida al campo, y al final ha llegado a ser tan amplio su conocimiento, que en vez de agricultura parece hacer magia”. Comentó el progenitor. Las palabras del patriarca, sacudieron al general vikingo.
Su hermano era el gran responsable de la victoria contra Suecos y Daneses. El creador del sistema de abastecimiento que les había salvado la vida en batalla.
“ ¡¡Seré imbécil!!. ¡¡He sido capaz de despreciar a quien me ha salvado la vida, y lo que es peor, he sido capaz de despreciar a alguien que me ha querido y admirado”!!. Se sentía avergonzado y enfadado.
Al ver la cara de Arcadi el padre intervino. “No seas tan duro contigo mismo. No eres culpable hijo. Tampoco nosotros te enseñamos a querer y conocer a Kasper. Además, entre los vikingos, los que portáis espada sois los más valorados”. “ Lo se, pero tambien se que si no hubiera sido por él, yo estaría muerto, y puede que vosotros también. El enemigo habría arrasado estas tierras. Pero las provisiones llegaban sin cesar y nos mantenía vivos y fuertes preparados siempre para la siguiente emboscada. Las tropas suecas y danesas no tenían un abastecimiento como el nuestro, y lo que es más importante no tenían la suerte de contar con un ser humano como mi hermano de su parte. ¿Dónde está Kasper?. Debo disculparme”. Preguntó el guerrero. “Salió nada más llegar tú. Estaba muy triste. Supongo habrá ido en dirección a la taberna. Es el único lugar que está abierto a estas horas. Tu hermano no es muy aficionado al alcohol. Solo le he visto ir en un par de ocasiones. La última vez, cuando terminó la relación que tenía con la hija de unos herreros de Roseborg.”
Arkadi salió decidido hacía la taberna. Nada mas entrar vio como un grupo de guerreros de su ejército se arremolinaban y golpeaban a alguien. Ese alguien era Kasper. Sin mediar palabra, comenzó una refriega con todos y cada uno de los hombres que estaban apalizando a su hermano. Sorprendidos y aterrados, vieron impotentes como su general, su líder, llevado por una rabia desmesurada, vapuleaba a los miembros del ejercito sin titubear.
Arkadi estaba hecho para la guerra. Una vez terminó de poner en su sitio a cada uno de los vikingos, se acercó a su hermano gemelo, tumbado en el suelo en estado de embriaguez. “ el alcohol me ha tenido que sentar mal. Por un momento parece que estoy viendo que has venido a defenderme”. Balbuceó Kasper asombrado. El guerrero sonrió con ternura. “Te llevaré a casa Kasper. Es mejor que duermas”. Echandoseló sobre los hombros, se abrió paso entre los anonadados miembros de un ejército que nunca antes habían visto pelear así al líder que los guió a la victoria.
Al día siguiente Kasper amaneció tumbado en la cama. Le dolía mucho la cabeza, la espalda y las piernas por la resaca y los golpes recibidos. A su lado sentado se encontraba Arkadi. La imponente apariencia del guerrero asustó al convaleciente gemelo. “Tranquilo hermano. Levántate con calma y desayuna. Cuando puedas sal de la casa. Te espero fuera”.
Con cierta tranquilidad y parsimonia el hábil agricultor salió del hogar familiar. No recordaba nada de lo acontecido en la taberna. Nada más salir encontró al general con gran parte del ejercito. A continuación y a la señal de Arkady, se arrodillaron ante Kasper. “ ¡¡Honramos al héroe que nos salvó de una muerte segura. Al hombre que evitó que la población de estas tierras estuviera hoy en el Vahalla!!”. Dijo Arkady con tono solemne mientas levantaba los ojos mirando la cara de emoción del humilde agricultor.
Acto seguido el guerreo se levantó y dirigiéndose a Kasper, le abrazó diciendole al oido“ honro al mejor hermano que la vida me podía dar”. Ambos gemelos comenzaron a llorar. La incomprensión de Arkadi ( si es que quedaba algún resto) se disipó a medida que brotaban las lagrimas de los cansados ojos del general vikingo.
Desde ese momento los hermanos se unieron mas que nunca. Hablaban durante las mañanas, tardes y noches. Mientras que Arkadi necesitaba el perdón de Kasper, Kasper necesitaba el reconocimiento de Arkadi.
En sus conversaciones trataban todos los temas. La guerra, la cosechas, la infancia, las mujeres que habían amado etc… y fue en aquellos días cuando el guerrero se dio cuenta de la cantidad de años que había desaprovechado juzgando a Kasper. Un día lleno de humildad y arrepentimiento se lo hizo saber a Kasper, y este le disculpó como en su tiempo hicieron sus padres. “ Lo has hecho de la mejor manera que sabías. No te culpes por ello”. Sonriendo Arkadi contestó con un “gracias” que resumía toda la gratitud que puede haber en un corazón en paz.
Los meses pasaron y Arkadi y Kasper aprendieron el uno del otro. El agricultor se hizo ducho en el arte de la espada guiado por Arkadi. Desde lo que sucedió en la taberna ya nadie osó despreciarle o maltratarle. Por otro lado Kasper enseñó al guerrero a comprender los ciclos de cultivo y recolección, así como a usar la intuición para tomar decisiones, guiandose por el corazón.
La paz en Noruega fue muy duradera. Tanto que lejos de buscar enfrentamientos bélicos o defensa del territorio, los vikingos de aquella parte del mundo, decidieron enviar una expedición en barco buscando confimar su creencia en un lugar en el mar conocido como el fin del mundo. Lejos de encontrar lo que buscaban descubrieron el inicio de otro mundo totalmente diferente.
“ ¡¡No hay duda!!. Esta escultura pertenece a Odín y los restos de cultivos encontrados tienen métodología que se usaba en paises escandinavos.”. El afamado arqueólogo Colombiano Juan Ramírez presentaba una tesis doctoral en la Universidad de Medellin sobre el hallazgo de restos arqueológicos en la selva cercana a Iguazú. “ Si a mí me lo preguntan, tengo la certeza de que tribus vikingas estuvieron en América hace unos mil años”.
Los rumores históricos sobre la presencia nórdica en América se habían confirmado. Arkadi y Kasper regresaron del viaje al nuevo mundo, sin saber que su descubrimiento, encumbraría la figura de un tal Cristóbal Colón siglos más tarde. Sin embargo, para ellos, lo más importante de la vida que vivieron, no fue encontrar un nuevo continente, sino redescubrirse el uno en el otro como dos buenos hermanos, como dos buenos amigos.
Nacimos de un mismo árbol, y aunque nuestras ramas crezcan en diferente dirección, siempre nos unirán nuestras raíces.