La vida sigue igual

Puede ser cierto que en el cielo nos esperen nuestros seres queridos, pero no menos cierto es que en la tierra estamos rodeados de ellos por todos lados.
Es curiosa la facilidad con la que alejamos nuestro foco de atención de las personas que comparten con nosotros el día a día, cayendo en el error de creer que con los años vamos perdiendo gente.


En estas fechas que entran nos centramos demasiado en recordar a los que no están. Y mientras, ¿qué hacemos con los que si están?. ¿han de morir para quererlos más?. No soy muy partidario de la necrofilia, los zombies ni de la frase «no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos». Llamadme raro (una vez más) pero yo prefiero centrarme en la vida y en las personas que están compartiéndola conmigo.
Eso no quiere decir que haya olvidado a familiares y amigos que marcharon allí donde nos recibe San Pedro, pues forman parte de mi y de lo que soy por lo compartido en su tiempo. Mi sentimiento es él de que todas las personas que aparecen en nuestro camino de vida forman parte de él de tal manera que incluso los límites se difuminan. Por otro lado tampoco diferencio el camino de mí, y si soy el camino y las personas que aparecen en él también lo son, soy parte de ellos y ellos partes de mí.
Por eso según mi mapa (expresión de manual de Coach) la mejor forma de honrarles es exprimiendo al máximo el día día, sin caer en el Carpe Diem (no me gustó demasiado como acaba El Club de los Poetas Muertos).
Estoy casi seguro de que están mejor que nosotros allí donde puedan morar, aunque últimamente, viendo el programa de Iker Jimenez, me hayan entrado las dudas por el gran overbooking de almas en pena que aparecen en él. ¿no será mejor amigos fantasmas que descanséis, en vez de ir penando y asustando a la gente?. Id hacía la luz y la Paz, que luego llegará la Gloria, que por cierto es una amiga mía a la que envío un beso desde estas líneas (quierote).
Pero peor que las almas en pena son los vivos en pena. Muchos parecen profesores de clase pasando lista para ver quién y qué les falta. ¿No será mejor considerar la vida como un aula abierta a la que no dejan de llegar personas y cosas nuevas?. Gracias a los que habéis estado, estáis y estaréis en ese aula. En mi clase podéis entrar y salir cuando queráis.

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