Este verano tuve la gran suerte de viajar a uno de los países mas impactantes del mundo. Fue una experiencia vital entrañable de la que no voy a relataros nada. Experimenté sentimientos tan potentes que prefiero hacéroslos llegar más desde el caminar del día a día, que desde un relato emocionante de mis andanzas por aquella gran tierra. Los viajes que realizo suelen ser de miles de kilómetros hacia fuera, y de muchos latidos hacia dentro. Todas las acontecimientos de la vida tienen esas dos direcciones, pero los desplazamientos lejanos aceleran mucho en mí tanto procesos internos, como tomas de conciencia.
El aprendizaje llego también esta vez. India fue una prueba consciente de lo ausente que he estado en la vida. Durante mucho tiempo he vivido en mi cabeza, perdiendo el tiempo en asuntos que en realidad no me atañen lo mas mínimo. Pondré un ejemplo: En los últimos años twitter, facebook y demás programas de móvil, han ocupado mis pensamientos. He sido el azote de periodistas deportivos en 140 caracteres, un tertuliano tribunero desde mi muro del cara libro y el suministrador de todo tipo de chistes en los grupos de wassap. ¿ Divertido? Si. Pero también una forma de alejarme de mi esencia como persona.
Aquel gran país puede tener mucha habitantes viviendo por debajo del umbral de la pobreza, pero también una gran riqueza espiritual. Esa riqueza me alcanzó. Mis guerras internas ,las ganas de tener razón y las prisas por llegar a todo, se disolvieron en aquellas latitudes solo con contemplar una puesta de sol. Se posaran donde se posaran mis ojos, todo era susceptible de embaucarme. Me sentía un niño pequeño deleitándome con tanto estimulo de colores, sabores, y sonidos. Después de mucho tiempo volvía a estar presente. A la vuelta pensé que perdería aquella conexión con la presencia, al poner kms de por medio. Todo lo contrario. Llevo tiempo sorprendiéndome a mi mismo contemplando puestas de sol. Otros días me pierdo caminando por lugares de Madrid observando a la gente y sus quehaceres. Por no hablar de la curiosidad que me despiertan las formas de las nubes. La belleza esta por todas partes. Algunas personas cercanas ( como mi amiga Irene)dicen que estoy en una etapa muy introspectiva. Que me como demasiado la cabeza. Todo lo contrario. Cuando vaciamos la cabeza de cosas que ya no nos sirven, dejamos espacio para contemplar el espectáculo de la vida. Solo hace falta una cosa: estar presente. Namaste India, gracias tambis