Hace algunos años había un niño que admiraba al gran Emilio Aragón.
Aquel showman tenía todas las características para entretener a la gente. Desparpajo, gracia, naturalidad, descaro y frescura.
Por aquellos años dirigía un espacio muy divertido llamado VIP, en el que no solo presentaba, pues también hacía gags de humor, e incluso cantaba sus propias canciones.
El niño no se perdía ninguno de los programas, pues disfrutaba al máximo con su ídolo y con otros grandes cómicos que colaboraban en VIP como eran por ejemplo Faemino y Cansado.
El pequeño quería seguir los pasos del carismático comunicador. Así, en cada fiesta de Navidad del colegio, montaba un telediario de humor para hacer reír a sus compañeros, junto con su gran amigo el Oxidado, llamado posteriormente el Peli.
Ambos disfrutaban de lo lindo con aquella actividad hasta que la adolescencia y el instituto separaron sus caminos, a la misma vez que Emilio Aragón y su programa salían del Primer Time de la televisión de los años noventa.
El gran show man regresaría años más tarde con Médico de Familia. Ya nada volvió a ser igual. Tampoco para la vida de nuestro protagonista, que poco a poco fue encerrando la capacidad de hacer reír en lo más profundo del corazón. Solo su hermano Gon y su primo Carlitos disfrutaban de algunos de los chispazos de genialidad que aún conservaba.
Los años pasaron y aunque Emilio Aragón nunca volvió a ser el mismo, aquel niño que ya era un adulto, decidió reconectar con esa parte que tantos momentos buenos le había hecho pasar. ¿Lo consiguió? ¿Qué fue de su vida? Es un misterio. Hay gente que dice que empezó a dedicarse a la educación en un colegio de la Familia Carmelita. Otras personas aseguran haberle visto realizando monólogos en un Café llamado Cósmico, bajo el seudónimo de Javi Toro. Y hay quien afirma que escribe cuentos en un blog de internet.
La verdad sobre su vida quizás nunca la sabremos, pero mientras intentamos descubrirla quedemonos con la esencia de esta historia: » Nada frena el amor por la risa».