Haití: el seismo que no cesa.

12-1-2010. Todo el mundo recordará esa fecha en Haití, como el día de la catástrofe que asoló dicho país.
Más de 300.000 muertos, edificios derruidos, y destrucción. Los días siguientes nos levantábamos en España con noticias del terremoto. Caos, pillaje, revueltas urbanas, todo en pos de la supervivencia.


A partir de ese momento la ayuda internacional se puso en funcionamiento. Fuimos muchos los que nos desplazamos y siguen desplazándose a reconstruir el país.
Cuando llegué a Haití me encontré un país tomado por las tropas de ONU. La mayoría no se desplazaron para el terremoto. Llevan 6 años allí. En 2004 hubo otro seísmo en Haití. Esta vez no fue un movimiento de placas tectónicas lo que hizo que el contingente de las naciones unidas se desplazara a orillas del Caribe. Víctor Aristide el por entonces presidente de gobierno era derrocado en golpe de estado. La población salió a la calle pistola en mano, algo a lo que desgraciadamente están acostumbrados. Numerosas víctimas mortales cubrieron el país de sangre.
Me encontré un país en el que sus gentes desconfían ante todo lo que llega del exterior. Quizás esto sea debido a otro terremoto. El que provocó la independencia de los colonos franceses a golpe de machetes y rituales vudú. Y es que fácil entrar en Haití pero difícil entrar en el corazón de sus gentes. Los sacerdotes de su religión tribal realizan actos de magia negra contra todo aquel extranjero sospechoso. Su poder en la sociedad haitiana es enorme. El hecho de que la gente de fuera les pueda aportar un nuevo sistema de creencias les pone en peligro. Propugnan odio a todo lo exterior. Tratan de hacerles ver que los que llegamos de fuera somos los mismos que deforestaron su país y explotamos sus riquezas en los tiempos de dominio francés. No creen en que se les pueda ayudar sin pedir nada a cambio.
El ejemplo más claro de esto: su presidente actual René Préval. En el mes de Julio (fecha de mi estancia) hizo unas declaraciones a los medios de comunicación internacionales protestando porque no llegaba la ayuda humanitaria. La realidad es que el mismo René Préval, cerró las fronteras. ¿Para qué? Para vender primero los productos que había en el país y aumentar el valor de la moneda. Esta medida solo benefició a los haitianos ricos. Entre ellos, el mismo Rene Preval.
Pero Haití ha vivido un nuevo seísmo social. Una epidemia de cólera. Gente del equipo internacional con el que coincidí  estaba vacunada. El gran número de muertes, y el amontonamiento de cadáveres para su enterramiento hacía pensar que iba a ocurrir lo que lamentablemente está ocurriendo estos días. En este caso el presidente ha llegado a insinuar que la enfermedad viene de fuera del país. ¿Quién la llevó allí los cooperantes? A eso no ha contestado. Pero si ha provocado un nuevo seismo de opinión que a punto ha estado de acabar en el linchamiento de los integrantes de un convoy de la OMS (Organización Mundial de la Salud) desplazados allí para atajar la enfermedad.
La vida en Haití es una constante destrucción y renacer desde que numerosas tribus africanas fueron llevadas como esclavos a esa isla. La supervivencia es la palabra que domina sus vidas y las catástrofes humanas se suceden. No hay tregua, no hay paz, Haití es un terremoto constante. Ojalá algún día la tierra deje de moverse bajo sus pies.

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