Hola Natalia, soy Manuel: Te preguntarás porque te llega esta carta pasados tres meses de nuestra ruptura, y quizás tengas la tentación de hacer una pelota con ella o de hacerla pedazos antes de terminarla. Te pido por favor que llegues hasta el final, pues de esta manera, podrás comprender mejor lo que ha ocurrido entre nosotros. Natalia, te he querido mucho, pero también se que no te he querido bien, porque te di mi amor desde las carencias que tengo. No me siento culpable por ello. Lo hice lo mejor que pude y tu lo hiciste lo mejor que pudiste también. Fuimos muy valientes. Era muy difícil para nosotros ser conscientes de las limitaciones y complejidades que teníamos para estar en pareja, y sin embargo, intentamos estar juntos hasta al final. Y en intentar esta clave. Cuando se tiene que intentar tanto algo, es porque las cosas no fluyen. Ahora lo veo.
No escribo buscando perdón ni compasión. Solo quiero compartir contigo la verdad que me ha mostrado la vida estos días. No eres la única chica con la que me ha ocurrido esto, pues soy consciente de que llevo tiempo repitiendo patrones en el terreno sentimental, y ahora estoy dispuesto a cambiarlos. No te voy a engañar, te echo de menos y hay días que me siento muy solo, pero se que en esto momento debo transitar ese vacío que llenabas sin ti. Te agradezco cada uno de los momentos que he pasado a tu lado y te aseguro que los mejores recuerdos que tengo de ti se quedarán grabados en mi memoria para siempre.
Natalia tengo claro que aunque los dos somos muy buenas personas, llegó un momento en el que nos estábamos haciendo peor el uno al otro. Por eso decidí terminar con lo que teníamos. No quería contribuir a más dolor ni mas confusión. No siento que tu seas una persona tóxica para mi, ni que yo sea una persona tóxica para ti, simplemente hay planetas que jamás llegarán a encontrarse porque están en orbitas diferentes.
Podría despedirme poniendo grandes frases elocuentes, o citando a algún personaje famoso que tuviera una frase memorable sobre las despedidas, sin embargo, solo se me ocurre hacerlo con dos palabras: Muchas gracias.
Tras terminar de leer la carta, la metió en un sobre cuyo sello ya había sido puesto. Acto seguido la introdujo en el buzón con una sonrisa diciendo: «Ojalá que seas muy feliz». Después guiado por su intuición miró a cielo cerciorándose de que aquel atardecer de Otoño era mas bello de lo normal. El recuerdo de ese cielo rojo y dorado le acompañaría para siempre, pues era el hermoso cielo del día que decidió ser libre de cargas para amar.
