Se pasaba la vida escondiéndose cada vez que algo se le daba bien. Nunca acababa de culminar nada por ello. Tenía cierta constancia en dejar a medias proyectos en lo que podría tener éxito.
Ella lo achacaba a la mala suerte, a qué no tenía talento, o a que no trabajaba nunca lo suficiente para logar sus objetivos. Eran excusas. Su mente era una tela de araña que buscaba protegerla del fracaso. En realidad, lo que ocurría era todo lo contrario. Su entramado intelectual le alejaba del éxito.





