Las Heridas de la guerra

 

La bala había entrado justo debajo de mi apéndice xifoides, afectando al diafragma y sobre todo al corazón.
Había salido de mi trinchera para tratar de acercarme a mis enemigas y trazar puentes de unión para acabar con aquella maldita guerra,  que me hacía sentir tan cansado.

Parecía que lo había conseguido con una soldado del otro bando, como otras veces en el pasado. Más,  en un descuido, un pequeño proyectil me impactaba en el pecho dejándome tendido en el suelo, ante la mirada aterrada de aquella mujer, que huyó despavorida.

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