Erase una vez un perro llamado Legón. Era muy alegre y dicharachero. Siempre se acercaba moviendo el rabo a todas las personas y solía líderar la manada allá donde estuviera. Le gustaba juguetear con niños, y acompañar a los adultos que sentía tristes y solitarios. Era un can sociable muy querido por los humanos. Entre los suyos, despertaba respeto y admiración a partes iguales, sin necesidad de pedigrí o de ganar concursos de Agiliti.




